CAMPAMENTO GARRA DE OSO: Divertido verano en el valle

Qué bonito cuando una película te sorprende para bien. Para muy bien. Campamento Garra de Oso es esa película. Cuando uno piensa que va a adentrarse en la típica comedia familiar con situaciones manidas y chistes de escaso gusto y descubre que desde el primer minuto es una película fresca, ingeniosa y adorable, es un disfrute.

Y Campamento Garra de Oso lo es. Su protagonista es una niña, Maia (Júlia Raya), con una imaginación desmedida a la que sus padres quieren enviar de campamento y oye, ya la recogerán, que ellos tienen prisa. Pero no líes nada, hija, que nos conocemos. Y la niña lo primero que hace es entablar amistad con un niño, Jan (Martín Abelló Sevillano), que ha decidido aislarse del resto porque como todo el mundo lo ve como un bicho raro lo de socializar no es lo suyo. Es el friki del lugar, y ya sabemos que los frikis, de pequeños, no son bien recibidos por los compañeros.

Gómez (Edu Soto) y López (Anabel Alonso)

En cuanto dan comienzo las actividades entran en escena López (Anabel Alonso) y Gómez (Edu Soto), los esbirros de su jefe, Sebastián Sebastián (Gonçalo Diniz), que les informan de que están allí, en el valle, para empezar con las obras del nuevo complejo. Van a arrasar el campamento porque lo van a recalificar. La ley protege la zona si se avista un oso pero hace mucho que no se ven y por lo tanto, como ya no hay, puede construirse en ella. Y les dan 48 horas para que recojan el campamento y se vayan.

Pero Maia no se resigna. El Campamento Garra de Oso debe continuar, así que se alía con Jan para encontrar un oso que justifique la continuidad de su recinto. En secreto y a espaldas de los monitores, Maia y Jan dan comienzo a la aventura que supone cruzar el bosque para llegar a la madriguera y demostrar que sigue habiendo osos en ella. En su camino se les unirá Fritz (voz de Carlos Latre), una mofeta a la que Maia puede entender y que, como los humanos a los que ayuda, es una incomprendida en el mundo animal. Juntos se pondrán manos a la obra para hacer lo imposible para que Sebastián Sebastián no se salga con la suya.

Y es una gozada asistir al proceso, un disfrute máximo ver cómo esos niños, junto a una mofeta encantadora, van a luchar para salvar la naturaleza. Qué película más divertida, más entrañable y más bien hecha por parte de todo el equipo, el técnico y el artístico. A los mandos, Silvia Quer, que lo dirige todo, y en el guión, Marta Armengol y Daniel González, y delante de la cámara, actores infantiles a los que es una maravilla ver codeándose con veteranos como Anabel Alonso y Edu Soto, que interpretan a una suerte de Minions vestidos de Boy-Scout tan bobalicones y torpes como los esbirros amarillos de Gru.

Los niños protagonistas junto a los animales del valle

Además de las evidentes virtudes que Campamento Garra de Oso tiene, hay una que me parece especialmente señalable: que recuerde de forma entrañable y admirable a esas películas de Disney de acción real que la factoría rodaba con actores como Hailey Mills o Kim Richards en los años 60 y 70 del pasado siglo. Películas en las que humanos y animales compartían el mismo territorio y formaban un grupo homogéneo en el que todos los personajes trabajaban por un bien común.

Películas maravillosas que Campamento Garra de Oso trae de nuevo a la actualidad. Con la mejor intención y los mejores resultados. Para aquellos que crecimos con el cine de acción real que Disney rodaba hace cuatro y cinco décadas asistir a este casi homenaje a esa forma de narrar tan fresca y tan cercana es un auténtico disfrute.

Por supuesto, el mensaje de que hay que ser amigos, de que hay que trabajar en equipo y de que hay respetar a todo el mundo, apreciar las singularidades de cada uno y ver las ventajas que tienen aquellos que a priori no son como los demás es tan evidente como bonito. Campamento Garra de Oso sirve no sólo para pasar un buen rato en el cine, también para aprender sobre la convivencia con los demás, algo que es extensible a más allá del verano, por mucho que la acción se sitúe en un campamento de los que sólo funcionan en esa época. Y, claro está, que hay que cuidar de la naturaleza, mensaje que engloba a todos los anteriores ya que la película trata precisamente de eso.

Campamento Garra de Oso es un acierto, una película ideal para ver en familia, aunque tratándose de un campamento bien podría haberse estrenado a principios de verano, antes de que los niños se fueran al que sus padres hubieran elegido para ellos. Es la única pega de una película que da mucho más de lo que promete y que nos deja una sonrisa en la boca cuando acaba y abandonamos la sala. Una preciosidad que seguro disfrutará todo aquel que vaya a verla, una elección que todos los espectadores querrán recomendar.

Silvia García Jerez

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