BARRY SEAL: EL TRAFICANTE
Barry Seal: El traficante es un espectáculo. Representa exactamente todo lo que el público pide a la hora de ir al cine: una buena historia, bien contada, entretenida, con una estrella de Hollywood como protagonista y que el resultado no sea olvidable sino que compense el precio de la entrada, además de las palomitas, que hay que recordar que son un complemento al margen de la cantidad a pagar en taquilla.
Tom Cruise, un hombre entregado a su profesión como pocos, ya que no solo es un intérprete solvente sino que es bien conocido que le gusta rodar a él mismo las escenas en las que se requieren dobles de acción, se mete en Barry Seal: El traficante, en la piel del ex piloto que abandona la compañía TWA para ponerse a trabajar a las órdenes de la CIA, pero que a su vez es narcotraficante para el cartel de Medellín.
Una figura fascinante y clave en la historia de la Agencia Central de Inteligencia de los años 80 que Cruise interpreta en tono de comedia y con parte de los diálogos en español debido a las circunstancias de sus negocios en Centroamérica, por lo que en el caso de Barry Seal: El traficante su visionado en versión original se torna obligatorio. Aproximadamente el 20% del metraje es en español y el continuo espanglish de la cinta convierte en necesario saborearla tal cual Doug Liman la ha rodado.
Actor y director ya coincidieron en 2014 en la estupenda Al filo del mañana y con este nuevo estreno vienen a demostrar que empiezan a ser un tándem invencible. Una tercera película los espera, Luna Park, aún sin fecha de rodaje, pero de seguir en la misma línea de perfección pueden convertirse en los Steven Spielberg y Tom Hanks del cine de acción.
Barry Seal: El traficante tiene un comienzo impecable que continuará a modo de leit motiv el resto de la película y nos anuncia, igual que un prólogo, el estilo narrativo del que el film va a hacer gala: voces en off, congelados de imagen y recursos audiovisuales varios para hacer lo más amena posible una historia compleja, llena de giros en los acontecimientos y repleta de datos reales que tuvieron lugar en los años que se van mencionando.
Todo ello, hay que insistir, en clave de comedia. Por momentos, incluso de carcajadas. Resulta extraño como espectador estar asistiendo a una historia tan brutal, tan seria y tan poco propicia a la risa y a la vez notar que el director le está dando ese aire tan divertido, no solo a nivel creativo. Sería raro que la película aspirase a premios, por mucho que los merezca, pero si consiguiera competir por ellos debería pelearlos al lado de films de carácter alegre y de tendencia cómica.
Posiblemente no se espere nada más de Barry Seal: El traficante que una película de Tom Cruise. Con todo lo que ello supone: una producción excelente, una cinta hecha a su medida y para su lucimiento y un entretenimiento sin mayor trascendencia. Pero todos sabemos que Cruise es una estrella y no lleva décadas siéndolo por nada. Sabe perfectamente lo que hace y cómo hacerlo. A veces pincha en taquilla pero no se puede acertar siempre, pero Barry Seal: El traficante es un auténtico acierto. Desde el primer plano hasta el último. Debería contarse entre los mejores títulos del año. Y de su filmografía, que es lo que, en definitiva, hace Historia.
Silvia García Jerez