TODO EL DINERO DEL MUNDO, Cuestión de seguridad
Ridley Scott dirige esta entretenida película sobre el rapto más mediático de los ’70, narrando a su manera las negociaciones y el cautiverio del nieto preferido del hombre más rico del mundo.
J.P. Getty en la piel de Plummer -y no de Spacey-, sostiene con su interpretación una historia basada hechos reales que resulta casi como un cuento de buenos y malos, con una madre luchadora, un heredero rubio y adolescente, y un monstruo creando imperio y dinastía.
Todo el dinero del mundo tiene su dosis de drama y tensión pero no llega a emocionar. Tampoco le hace falta; la extraordinaria vida del tipo más avaro del mundo y su familia condenada a una herencia de egoísmo, vicios y sillas de ruedas, engancha per se. Y no sólo a Scott, ya que Danny Boyle cuenta el mismo secuestro y rencor en Trust, en serie y para televisión, con Donald Sutherland como el patriarca y magnate del petróleo.
Cuestión de seguridad
Entre el escándalo Weinstein y el movimiento Time’s Up/ #MeToo, las consecuencias de Todo el dinero del mundo para Kevin Spacey han condicionado los próximos Oscar y el estreno del film.
El actor que ya había filmado su personaje como Jean Paul Getty -con una prótesis facial horrorosa aunque prometía en andares y gestos- fue sustituido tras destaparse su caso y Christopher Plummer -quien se parece físicamente al auténtico millonario- fue el elegido, mereciendo finalmente esa nominación a los premios de Hollywood de este año.
La controversia, que parece que siempre renta, a uno y otro lado de la pantalla con el altavoz de los medios, entonces y ahora, ha conseguido que esta cinta sea sobre todo, una cuestión de seguridad; económica y moral, en la ficción de una verdad y en la realidad con cuentas por saldar.
Y es que ha habido demasiado dinero de por medio -el mismo que confiesa necesitar el tacaño abuelo para sentirse seguro-, además de un destacable posicionamiento en contra de los abusos… que hasta podría ser rentable.
O quizá nada es personal y son sólo negocios.
Porque el primer Getty escogido por Scott era Plummer pero Spacey lo consiguió al compararse su productividad en taquilla, Claro que su eliminación en cada plano ha sido un suma y sigue en el presupuesto, encareciendo además las disparidades salariales ya existentes entre los restantes compañeros de reparto, que han quedado saldadas -públicamente y probablemente por la presión mediática- con la donación de la diferencia de Mark Wahlberg a Michelle Williams, para la organización que han creado las actrices americanas contra dichas desigualdades.
Williams cobró mucho menos por ser la solvente madre del muchacho secuestrado, afectada más que sentida en sus trajes Chanel aún sin un duro, enfrentándose entre Calibria y Londres no sólo a los raptores de su hijo, también al todopoderoso Getty. Mientras Wahlberg como ex espía y negociador sin valor alguno, se embolsó mil veces más por esa participación -que no interpretación- en el filme.
Luego está la Mafia que retiene al nieto en condiciones mínimas entre preciosos paisajes italianos, donde encontramos al empático secuestrador Cinquanta (Romain Duris, pelín caricaturesco), ese buen ladrón que hizo más llevaderos los cinco meses de encarcelamiento del chaval (estupendo, Charlie Plummer), que en off y al comienzo de la película ya advierte que ser un Getty no es nada normal sino algo extraordinario.
Todo el dinero del mundo arranca en blanco y negro como dejando constancia de su veracidad en el pasado, pero enseguida irrumpe el color siguiendo al nieto en su dolce vita, en la Roma de 1973, cuando es secuestrado. A partir de ahí vamos de los operativos policiales al cautiverio y las llamadas de rescate, entre algunos recuerdos del abuelo ricachón que regalaba baratijas mientras acumulaba prohibitivas obras de arte -que hoy en día forman parte del Museo Getty en L.A.-
Al joven le cortaron una oreja durante su cautiverio, mientras su padre se drogaba con Jagger en Marruecos y su abuelo se negaba a pagar los millones exigidos por la vida del nieto que consideraba su favorito.
El desenlace que conmocionó a la opinión publica de la época sigue resultando impensable por que cómo entender que el hombre con todo el dinero del mundo sólo aportó un par de millones para la liberación, al ser lo máximo deducible de impuestos, prestado el resto al padre del secuestrado con intereses y la promesa de desheredar a su propio primogénito. Pero qué esperar de un millonario tan capaz de cobrar las llamadas en su casa y lavarse la ropa en el baño del hotel para no tener que pagar extra, como incapaz de ser padre de seis hijos y abuelo de catorce nietos -ya que tendría que pagar 14 rescates-.
Un tipo obsesionado con el dinero y el arte, porque según él nunca defrauda ni cambia como le ocurre a las personas, que prefería abrazar a un precioso niño en un cuadro que al que llevaba sangre de su sangre.
La verdad fue más dura y sin duda supera a esta ficción.
J. Paul Getty III volvió a su vida fuera de lo común repitiendo el patrón familiar, en su caso con fiestas en The Factory de Warhol, quedándose tetrapléjico como su padre. Sin embargo logró ser un auténtico filántropo y cuidar verdaderamente de su familia, rompiendo la maldición de Los Getty con su único vástago; el heredero actual de la fortuna del bisabuelo, un músico y actor que lleva una vida normal -y hasta feliz- con su mujer y sus cuatro hijos.
Mariló C. Calvo