UNA MUJER FANTÁSTICA: la heroína transexual
La mujer fantástica de Una mujer fantástica es fantástica. Interpretada por la actriz transexual Daniela Vega, Marina Vidal, su personaje de ficción, sus vivencias y el rechazo del que es objeto son sus protagonistas.
Pero es que además ilumina la pantalla. Desde que aparece en ella nuestros ojos no se despegan de su presencia. Es asombrosa la capacidad que tiene de seducir al público. Al público y solo a él, porque a quienes la rodean en esta historia no solo no es capaz de hacerlo sino que para ellos sería preferible anular su existencia.
Se trata de la familia de Orlando (Francisco Reyes), un hombre maduro separado de su esposa y alejado de su hija que está empezando a convivir con Marina pero al que un aneurisma mata una noche de manera fulminante.
Los trámites médicos y jurídicos que se suceden van a poner en evidencia el desencanto de quienes tienen que tratar con una transexual, comportamiento y lenguaje incluidos, y la familia incidirá en el desagrado que le producen los rescoldos que ella trata de defender: si se ha muerto un ser querido, también quiero despedirlo en la iglesia y en el cementerio.
Por encima de un amor truncado, lo que la película retrata son las intransigencias que producen las diferencias. En este caso, las de género sexual. El hecho de no aceptar a alguien por su condición y tener que tratar con él por las circunstancias. Y luego a ver quién es capaz de delimitar dónde acaba la formalidad y dónde comienza la humillación. La escena del cartel de la película une la pregunta y la respuesta en unos significativos minutos.
Una mujer fantástica es la representante de Chile en los próximos Oscar. Si conseguirá pasar el corte y quedar entre las nueve finalistas que el 23 de enero opten a ser nombradas como nominadas es algo a lo que habrá que esperar, pero si la Academia la considera como premiable después de que en la edición número 89 le diera la victoria a Moonlight, habrá recorrido otro paso hacia el, por tantos deseado, fin de su conservadurismo.
La cinta es espléndida. Tal vez menos de lo que se ha dicho en los festivales por los que ha pasado debido a sus cambios de ritmo en la segunda hora y a la incursión de metraje que perfectamente se podía haber quedado en la sala de montaje, pero no deja de ser un ejercicio extremadamente interesante por confirmar que una historia íntima se puede volver universal hasta el punto de que podemos reconocer sin titubear a cada uno de los personajes que la habitan.
Y por supuesto, por admirar a ese descubrimiento que es Daniela Vega, que interpreta a Marina con una mezcla de convicción y fragilidad que aun con otro vestuario no estaríamos desencaminados si afirmamos que es la segunda Wonder Woman que vemos este año en el cine. Toda una heroína que tiene que sacar adelante tanto su vida como su honor. No es poco y resulta fantástico verla luchar por ambos.
Silvia García Jerez