LION

El Hijo Pródigo 

Es temporada de premios y Lion llega a las carteleras con seis nominaciones a los Oscar, incluyendo la de mejor película.
Todo un dramón familiar basado en hechos reales, de esos del gusto de la Academia de Hollywood, que merece verse por el relato que nos descubre sobre la adopción y sus consecuencias, aunque arrastra una emotividad excesiva que resulta algo manipulada.

Lion plantea interesantes y comprometidas cuestiones sobre la identidad, las implicaciones socio-políticas y el choque cultural que provoca una adopción internacional; en la película, la de un niño hindú acogido por un familia australiana. Y desde la perspectiva del chaval, ya inmerso en plena vida occidental, compartimos sus inquietudes ante las responsabilidades y carencias de ambas familias, con las preocupaciones de conciencia y gratitud que igualmente conllevan.

A partir del libro autobiográfico Un largo camino a casa de Saroo Brierley, la cinta divide la historia en dos; con una primera parte más sensorial y poética, sin apenas palabras y una mayor potencia visual, frente a la segunda mitad más intelectual y apoyada en los diálogos, que termina siendo un tanto convencional y demasiado correcta.

De las calles y el jaleo de la India, recordando el pasado del protagonista -y emparentándolo con aquella primera hora de Slumdog Millionaire, compartiendo además actor principal-, pasamos a la realidad actual del adoptado, adaptado totalmente a su nuevo hogar en Australia. Pero sus recuerdos son confusos y aparecen en plena crisis de madurez, cuando en sus sueños ve a su madre biológica buscándole sin descanso por Calcuta, mientras teme traicionar a sus padres adoptivos al imaginar el posible encuentro con sus auténticos progenitores, e intenta comprender a su hermano, rebelde con el cambio aún viniendo del mismo origen humilde, quien no logra entender que el abandono de las costumbres y la familia pueda mejorar la vida.

Lion

Entre hermanos y con un hijo pródigo necesitado de saber y contar, el director novel Garth Davis arriesga en la frontera de los sentimientos -de verdadera lágrima pero al límite de la sensiblería-, con un filme que se queda en tierra de nadie por no herir sensibilidades y para gustar al gran público. 

Desde el perdón y la bondad cumple con la cuota de reflexión necesaria ante los temas comprometidos y parece conseguir su recompensa con el guión también nominado, junto a la fotografía de bellas panorámicas y planos generales jugando a lo Google Earth, y la música de Sia de justo reconocimiento.

LionComo el que recibe Nicole Kidman, quien opta a la estatuilla dorada por la estupenda madre adoptiva que interpreta, controlando la intensidad de un personaje complejo.

LionNo podemos obviar a Dev Patel, asimismo nominado, que si bien ha crecido como actor desde la película de Boyle, se me antoja sobrevalorada su candidatura. Pero les aseguro que no olvidarán su personaje de niño; ese extraordinario pequeño Saroo de ojos profundos, que agarra el corazón.

Y para terminar, unos consejos: vayan al cine en buena compañía, quédense hasta los créditos finales y tengan tissues cerca… los necesitarán.

 

Mariló C. Calvo 

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