ENTREVISTAMOS A ALBERTO RODRÍGUEZ Y CARLOS SANTOS
El cineasta sevillano tiende al drama más que a la comedia, aunque en El hombre de las mil caras hay chascarrillos y mucha chulería en el Paesa de Fernández que le dan un punto y aparte.
Pero por encima de géneros, este director se ha convertido en el gran especialista de thrillers de envoltura política, que no políticos, gracias a una trilogía a la sombra del felipismo y posfranquismo –Grupo 7, La isla mínima y la que nos ocupa, más centrada en el timo de la estampita que el final del período socialista- que refleja sin crítica moral y con historias de personajes, no sólo una parte reciente de España sino la sociedad de todo un país, Y consigue, involuntariamente, un fantástico tríptico de cronista certero, a su pesar…
Le quedan los últimos veinte años por contar, el pasado gobierno de Aznar y el todavía mandato de Rajoy, y aunque lo suyo no va de partidos, suficiente material tiene ya; porque si León de Aranoa con Podemos de protagonista realiza un instructivo y sobresaliente documental, apuesto a que Alberto Rodríguez le saldría un poderoso thriller pasional sobre aquel asesinato de la concejala en León con romance incluido. Además, suele acertar con las parejas y posee buen ojo para actrices y actores poco conocidos o ya populares, a los que reta en papeles extremos que siempre dan en la diana. Se intuye que les cuida, les hace crecer (a Blanca Romero le regaló una estupenda oportunidad en After, auténtico espejo de la agitada noche de ciudad; como también a los jóvenes de dura adolescencia y casi intérpretes novatos en 7 vírgenes, y al par de desconocidos de piel negra en El Traje, pues igualmente ha tratado el racismo contemporáneo; mientras Nerea Barros ganó el Goya Revelación y Javier Gutiérrez la Concha de Plata por La isla mínima)
Tras su paso por San Sebastián llega esta nueva película, sin pretensiones y afán de entretener, con un espléndido reparto donde destaca el buen trabajo de Carlos Santos y el magnífico de Eduard Fernández, que aporta el rostro y la actitud al espía de las mil caras, al maestro del embuste sin reflejo que valga; un personaje que ha debido gustarle al mismísimo Paesa ya que si no, no hubiera reaparecido, ¿verdad?
Charlamos con el director y Carlos Santos, querido Povedilla de Los hombres de Paco, que conquista a propios y extraños con su recreación de Roldán entre el miedo y la soberbia; víctima, marioneta y cara dura.
Auguramos éxito y les deseamos suerte en la taquilla y los festivales.
La Cronosfera: El guión llevaba años rondando por las productoras en busca de un director valiente ¿Cómo llega a ti?
Alberto Rodríguez: Me lo propone Paco Ramos y según lo estaba leyendo me daba la sensación que podría ser un caso más del telediario de la noche. Era el año 2012 y recuerdo que continuamente me tenia que parar a buscar términos como off-shore o cómo se lleva dinero a un paraíso fiscal y cuáles son esos paraísos fiscales; lamentablemente, en estos últimos cuatro años, los españoles hemos hecho un master en economía sumergida y si ahora mismo le preguntas a un ciudadano, te lo sabría responder… Es un problema que se ha ido repitiendo y no conseguimos erradicar. Además, es una historia que debía ser contada.
L.C: Te involucras en el guión junto a Rafael Cobos. Existe infinidad de información periodística más los libros de los que partís, pero no llegáis a contactar con los protagonistas reales ¿Encontrasteis alguna censura trabajando el guión? ¿Como planteáis esa ficción-realidad?
A.R: Con Paesa era imposible poder comunicarse y la ultima información que teníamos es que no estaba vivo.
L.C: Ha tenido que ser para el Vanity Fair
Carlos Santos: Correcto (risas)
A.R: Con una aparición muy Paesa…
C. S: Uniéndose a la fiesta.
A.R: Ya ves… El caso es que los libros fueron completados con una labor grande de hemeroteca, leyendo otros libros que hay sobre el asunto y entrevistando a personas que tuvieron que ver con el tema de manera más periférica… Pienso que cada cual querría contar su historia, la verdad, pero lo más interesante del caso es que a partir del libro, hubo un momento que tuve que empezar a ficcionar, porque ha habido muchos periodistas de investigación que se han tirado veinte años investigando esta cuestión y aún hay teorías totalmente dispares. Pero nosotros creemos que buena parte de lo que contamos en la película es verdad, por muy extremo parezca, convirtiéndolo en algo coherente… Y con Roldán tuvimos la oportunidad de conocerle a escasas semanas del comenzar el rodaje, con el guión que habíamos tardado cuatro años en escribir; y pensamos que nos iba mediatizar de una manera u otra. Además, la verdad, la película se nos venía encima e iba a desvirtuar un guión que estaba ya muy trabajado.
L.C: ¿Estabas rodando La isla mínima y escribiendo este guión a la vez?
A.R: Bueno, es que hubo un parón. Empezamos la película y tras un año, la película que era mucho más ambiciosa, contando toda la vida de Pasea, se para. Y decidimos rodar otra película que fue La isla mínima. En cuanto terminamos el montaje, me incorporé de nuevo al guión de este proyecto.
L.C: Y ahí es cuando se centra en el episodio Roldán.
A.R: Exacto, por extraordinario y significativo.
L.C: Y tú, Carlos, ¿cómo te enfrentas a Roldán? Haces un tremendo trabajo de cuerpo y voz, también de contención, creo que eres más pildorilla-povedilla (risas), y con todo consigues que veamos a Roldán y no al actor con calva.
Carlos Santos: Gracias, muchas gracias. Esa era una de las cuestiones que a Alberto más le importaba. En un momento dado, se decide que lo menos importante es si los actores se parecen físicamente al personaje porque al final, lo importante es que a los tres minutos, el público crea que ese señor es Paesa, que el otro es Roldán y ese otro es Belloch…
L.C: Al que tampoco llegas a conocer, me figuro, para que no influyera en la creación del personaje pero ¿no te tentó algún momento hablar personalmente con él?
C.S: El guión que me llega fundamentalmente esta basado en el años 94-95, que es el inicio de la caída de este señor, esos 310 días que pasa asilado en París tras ser destituido; que poco tenia que ver con el Roldán del 2015 que es un señor que ha pasado 15 años en la cárcel, 10 de ellos incomunicado. Y si ves imágenes de él, de una época y otra, te fijas en la mirada de una y otra y dices, es otra persona; entonces, no merecía la pena ni siquiera molestarle. Y luego, es que no tenia nada que ver con el personaje que nosotros mostrábamos. Cuando empecé a investigar y bucear en el personaje en cuestión, me sorprendió que me encuentro con cuestiones que Alberto ya había trufado de él; muchísimos detalles que están tanto en la novela de Cerdán como de Sánchez Dragó, que se tiró un año junto a Roldán recorriendo los escenarios de ese cautiverio… De alguna manera, no nos merecía la pena y había tanto material audiovisual…
L.C: Y qué tal ese primer reflejo como él en el espejo, por encima de coquetería y vanidades…
C.S: Es un personaje muy opuesto a mi y lo más llamativo puede ser la caracterización, la calva y los kilos de más, que por supuesto engordé; pero lo más alejado de mi era la edad y la posición que este hombre ocupaba, lo oponente de su figura y lo poderoso que era. Transmitir todo eso.. Mas allá del estupendo trabajo de Yolanda Piña en caracterización y Fernando Garcia en vestuario, que por supuesto ayuda a meterte en el personaje, Alberto y yo nos centramos en componerlo; había que hacerle creíble y entrar en las entrañas de este ser, que empieza en lo más alto de este país ostentado uno de los mayores poderes y acaba como un guiñapo por obra y gracia de Paesa.
L.C: Y así nos presentáis a un Roldán vulnerable, tierno y muy cariñoso con su esposa; de hecho, la película empieza con su aniversario…
C.S: En los momentos que aparecen juntos en la película, su relación parece más de socios que de pareja, consultándose operaciones y demás. Jugamos con esas secuencias para mostrar esa realidad…
A.R: Sabemos que estaba muy enamorado de su esposa, Y si no fue así, creemos que está cerca. Roldán lo confiesa en el libro de Sánchez Dragó, al igual que comenta que tomó muchos ansiolíticos durante el cautiverio, que fueron más de 300 días de encierro voluntario y con todo la policía buscándole… Y eso es una presión bestial que afectaría a cualquiera. Queríamos que dentro de toda la ficción, se viera también al personaje quebradizo, de carne y hueso.
L.C: Para terminar, me queda como curiosidad preguntar a Alberto ¿de dónde surgen esos fantásticos títulos presentándonos cada personaje (El Agarrobo, El chófer de Drácula…) y el por qué de un ciervo en el aeropuerto? Contarnos también vuestros próximos proyectos…
A.R: Estoy con una serie de televisión, La peste, producida por Movistar. Y respecto a los títulos, que son geniales, venían ya en los libros. Lo del ciervo puede tener varios significados, pero básicamente es para recordar al espectador que todo es una ficción. Era una manera honesta para explicar que la película esta vista por un único personaje, Camoes, que nos cuenta lo que él piensa que pasó y cómo fue, pero que ni siquiera son sus recuerdos… Una licencia que nos permitimos.
C.S: Y yo tengo por estrenar un par de mini-series y en diciembre, la nueva película de Garcia Velilla.
Pues de uno y uno, estaremos al tanto. Se lo merecen.
Mariló C. Calvo