BUGONIA: La humanidad en peligro
Bugonia supone el regreso, no sabemos si por poco tiempo, de un hiperactivo Yorgos Lanthimos, quien hace algo más de un año, en junio de 2024 estrenaba en nuestro país la espantosa Kinds of kindness y ese mismo año, el 26 de enero, la fabulosa Pobres criaturas, con la que le daba el segundo Oscar a Emma Stone como mejor actriz. En 2019 también llegó a los cines otra obra suya, La favorita, todos ellos trabajos con Emma Stone, quien puede considerarse su musa con la que puede decirse que forma el dúo artístico más brillante de los últimos años en Hollywood.
Pero esa hiperactividad parece que lo va a hacer parar al director griego que se dio a conocer con Canino, cuya nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa le abrió las puertas de una industria a la que siempre convence para producir las historias más salvajes que nos haya dado director alguno por esos lares. De tal modo que tras el estreno de Bugonia ha anunciado un retiro de un tiempo indeterminado y con este remake de la surcoreana Save the green planet!, de Jang Joon-hwan, vamos a tener que quedarnos hasta que decida cuán será, y cuándo, su siguiente proyecto.
Y esperemos que vuelva a ser con Emma Stone. Los dos juntos son ya un icono del cine y lo cierto es que es fabuloso comprobar hasta qué punto se complementan, porque Lanthimos es un director que cuenta historias muy extremas que requieren de actores que se lancen a hacer cosas también especialmente complicadas. No todas las actrices estarían dispuestas a hacer lo que Emma Stone ha hecho para él. El nivel de brutalidad artística a la que llegó en Pobres criaturas es una barbaridad y no todas las intérpretes están dispuestas a abordarlo, y en Bugonia tiene también que hacer cosas como raparse la cabeza al cero, al igual que Natalie Portman en V de Vendetta, y no siempre se obtiene un sí por parte de las estrellas de Hollywood para realizar semejantes esfuerzos estéticos.
En Bugonia a Emma Stone, en el papel de Michelle, una alta ejecutiva de una empresa de cosméticos, le rapa el pelo Don (Aidan Delbis en el que es su debut como actor) mientras está en la parte de atrás del coche que conduce Teddy (Jesse Plemons) porque acaba de ser secuestrada por ambos con el fin, según Teddy, de que confiese que Michelle es una alienígena que forma parte de un complot, con sus compañeros alienígenas, para destruir la Tierra antes de tres noches, que será cuando haya luna llena. Calva y con una crema a lo largo de todo el cuerpo que también le ha puesto Don, Michelle será rehén de una pareja de chiflados que la retienen hasta que confiese y los lleve ante su líder para convencerlo de que no destruya la raza humana.
Presentarle un guión así, basado en el de una película surcoreana que no se ha visto demasiado y que incluso apenas se conoce, a una de las actrices con más renombre en la industria y que te diga que sí… hay que tener mucha complicidad con el director para lograrlo. Aunque no se queda atrás la que Lanthimos tiene con Jesse Plemons, con el que coincidió en Kinds of kindness y con el que ha creado ahora, en Bugonia, un personaje apoteósico para el que ha tenido que adelgazar 22 kilos. Y queda muy patente en la pantalla el grado de delgadez que luce. Tan enfermizo como su Teddy, un tipo conspiranoico que llega a dar mucho miedo por momentos.
Y es que no es fácil convencer a Teddy de que Michelle no es un alienígena y de que nada de lo que le pasa por la cabeza es razonable. Es un tipo desquiciado, pero también es cierto que tiene un pasado que lo justifica y un presente con una madre enferma (Alicia Silverstone) que será complicado que salga del coma. Su cómplice en el secuestro, Don, es un gordinflón nada convencido de lo que Teddy dice, pero sin la personalidad necesaria para llevarle la contraria, por lo que le sigue en todo lo que propone, con las fatídicas consecuencias que se van a ir viendo porque, admitámoslo, la situación es bastante insostenible.
Bugonia es una locura, pero no es nada raro que Yorgos Lanthimos firme una historia tan fantasiosa que entronca directamente con la ciencia ficción. Aunque no lo es tanto si tenemos en cuenta que vivimos así, rodeados de conspiranoicos que aseguran verdaderas aberraciones, como que la Tierra es plana, algo que se desmonta cogiendo un vuelo con asiento de ventanilla y no durmiéndose en el trayecto. Así que estar convencido de que una alta ejecutiva es en realidad una alienígena que pretende acabar con la vida en la Tierra, pues es casi el siguiente paso a dar.
Yorgos Lanthimos, siempre crítico con la sociedad y haciendo gala de un humor muy negro, se torna en Bugonia en un director aún más sarcástico y pone de manifiesto que el mundo es un lugar terrible y que los humanos somos una raza despreciable. Se ríe de todos nosotros con una inteligencia admirable y aunque la película tiene altibajos ese tramo final es tan colosal que se le perdona que le sobre media hora al conjunto del metraje. Porque el comienzo es muy brillante pero una vez que la situación está expuesta tarda demasiado en llegar el segundo punto de giro, y lo cierto es que se hace pesada tanta insistencia en que ella sea una alienígena y la exposición filosófica a la que ella nos quiere llevar. Si eso está en la película surcoreana también sobra en la original.
Pero luego llega la traca final, la última media hora, en la que todo se desata y la pantalla se convierte en una fiesta. Si por fiesta entendemos las mayores barbaridades que pueden esperarse de un director que ha cometido unas cuantas en sus películas y al que no le importa superarse a sí mismo en su nuevo estreno. Emma Stone demuestra por enésima vez ser una de las más grandes actrices contemporáneas y Jesse Plemons hace lo propio, dejando claro que tiene un talento que afortunadamente estamos disfrutando en papeles de personajes importantes y no secundarios. Los dos forman un tándem glorioso para ese subidón que da el film a media hora de su desenlace y nos regalan dos trabajos excepcionales que podrían estar nominados a premios si la Academia no fuera tan alérgica al género fantástico.
Aunque, insistimos, Bugonia es muy real. Tal vez su conspiranoica esté exagerada, pero como vivimos tiempos en que escuchamos de todo, la verdad es que su planteamiento, en este contexto de delirio diario, no debería resultar tan desquiciante. Puede haber quien esté convencido de lo que la película plantea y todavía no lo sepamos. Tiempo al tiempo. De momento, démosle a Bugonia el beneficio de la duda y disfrutemos de la locura de propuesta que Lanthimos nos hace. Hasta la próxima… cuando se acabe su descanso y nos vuelva a dar nuestra dosis de salvajismo y barbarie. Hasta que nos vuelva a poner otro espejo delante para obligarnos a reconocernos a pesar de que no queramos ver hasta qué punto somos un peligro para nosotros mismos.
Silvia García Jerez

