BETTER MAN: Más que Robbie Williams haciendo el mono

El 2025 nos recibe con el estreno de Better Man, la película biográfica del cantante Robbie Williams que se sale de la norma siendo interpretado por un mono. Sí, es así y aunque pueda parecer una locura, el filme de Michael Gracey no deja un poso de una ocurrencia de un chalado, sino que se disfruta y conmueve con la historia de Robbie, mucho más profunda e interesante de lo que uno esperaría.

La oferta de biopics de personajes famosos, y especialmente de músicos de pop y rock, parece que goza de buena salud. Tras el estreno este 2024 de los de Bob Marley o Amy Winehouse, y a la expectativa de las de Bob Dylan y Bruce Springsteen que llegarán a nuestras pantallas este próximo 2025, recibimos de momento Better Man donde se recrea la figura del cantante británico Robbie Williams de un modo semifiel a su biografía, y que ha contado con su bendición e implicación.

Lo primero que uno piensa ante la idea de que un mono sea el protagonista entre los demás humanos son al menos varias cosas: una, que es una tomadura de pelo y que no tiene sentido. Otra, preguntarse a qué se debe o qué se pretende. Sobre esto último hay respuesta en las declaraciones que tanto Robbie como el director, productor y co-guionista australiano Michael Gracey han hecho: Aun siendo uno de los artistas musicales más galardonados del mundo, en la concepción de la película Robbie le declaraba a Gracey que siempre se sintió como un mono de feria al servicio de la industria discográfica y del espectáculo, y además, menos evolucionado que el ser humano.

Por ello, cuando a Gracey, (en colaboración con sus otros dos guionistas Oliver Cole y Simon Gleeson) se le ocurrió tomarle la palabra y representarle así en lugar de un actor, Robbie no pudo sino aplaudir, al tiempo que se aseguraban originalidad. Y, además, sabiendo que querían representar la montaña rusa anímica de su vida, había algo realmente potente al representar a Robbie como un mono. Ello se explica porque la reacción humana natural que tenemos al ver a animales pasarlo mal en pantalla, despierta más compasión.

BETTER MAN
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Dicho esto, lo que podemos asegurar es que es sorprendente lo rápido que olvidas que estás viendo a un mono. Pasada la sorpresa de los primeros 5 minutos y el pensar “¿qué demonios es esto?”, todo el mundo conecta y no se piensa en ello durante el resto de la película. El resultado que se logra a base de la actuación de actores reales encarnando a Robbie (dos en la infancia y juventud, y otro –Jonno Davies– en la etapa más adulta, además del propio Robbie), registrando sus movimientos, para luego “incrustarles” la imagen del mono generada por computadora (con la llamada técnica CGI, en inglés) es sobresaliente en cuanto a expresividad. Para ello se contó con Wētā FX, la empresa de animación que estuvo detrás del Gollum de El Señor de los Anillos o los avatares de Avatar.

Una vez superado este hándicap, queda la historia que enganche, y el cómo, sabiendo que en Netflix hay disponible un estupendo documental de 4 capítulos que complementa a la película.

Para empezar, en Better Man se ha optado por un elenco de actores tanto británicos como australianos que dan la talla hasta brillantemente en varios casos. Y, además, se ha mimado la producción y la fidelidad, como el esmero en captar el vestuario de los años 90, las coreografías de los chavales en Take That, o con unas localizaciones australianas que pasan por ser una Gran Bretaña fidedigna.

Luego llegamos la historia, que los fans ya conocen: Una infancia con un Robbie que lucha por sobresalir en su barrio humilde de Stoke On Trent, (una ciudad mediana del centro de Inglaterra que pocos fuera de las islas británicas ubicarían en el mapa) donde descubre la magia de la música gracias a su padre Peter, (quien se gana la vida como comediante y cantante) y que es cuando forja la tenacidad para lograr sus objetivos. Una tenacidad inculcada por su madre y por su abuela. Estas figuras familiares tienen una importancia mayor en la película que en el documental de Netflix, casi diríamos esencial, humanizando al personaje. 

De ahí conocemos al Robbie que contra todo pronóstico logra ser elegido para formar parte de la boy band de Take That, todo un proyecto diseñado al milímetro para el éxito por su mánager Nigel Martin Smith. Y es entonces cuando se despliega la personalidad rebelde y de mosca cojonera de nuestro protagonista, donde siendo el menor del grupo desquicia al resto, especialmente a su líder Gary Barlow, verdadero geniecillo compositor con quien Robbie rivaliza.

BETTER MAN
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La historia de todo esto, así como su salida del grupo para lograr una carrera en solitario tan exitosa o más que con sus ex compañeros (gracias al papel fundamental de un ángel compositor como fue Guy Chambers), se logra con escenas de impacto visual que impresionan al espectador. Podemos decir que la primera hora de la película (dura en total 2 horas y 15 minutos) es excitante por la conjunción visual y musical, gracias al atractivo de la música de éxito de Williams (cantada por él mismo normalmente) que se usa en todo el filme, pero siempre potenciando las situaciones con sus letras, aunque no suenen en orden cronológico de su aparición al mercado. Y esto queda bien.

Hay que mencionar especialmente la escena de la coreografía fastuosa al son de “Rock DJ” rodada de noche en la famosa Regent Street de Londres con 500 personas bailando a la vez, que es uno de los cénits de la película y evoca a los musicales de Bob Fosse, una referencia que tenia en mente el director. La otra gran escena que brilla en el filme se sitúa en la fiesta de Nochevieja en Francia donde se conocen Robbie y Nicole Appleton (interpretada por una estupenda Raechelle Banno que sorprendió con sus dotes bailarinas al equipo de la película) y bailan en el yate al son de “She’s The One”.

A partir de aquí llegamos a la parte más dura de la película, que son la depresión y los desequilibrios mentales y de madurez que asolan al Robbie superestrella que logra el éxito mundial, en contradicción con su imagen pública de chulo y sobrado. Uno sufre y se identifica con él cuando entra en verdaderos estados de pánico escénico ante la idea de actuar para 375.000 espectadores, que fue lo que ocurrió en la realidad en su concierto de Knebworth, batiendo records. La única pega es que, aunque el director Michael Gracey intentó tomar como referencia a Terry Gilliam para esto (en concreto con su trabajo en “El Rey Pescador”), lo cierto es que esta parte de la película donde salen los demonios interiores se hace un poco árida.  

Por último, el final feliz de Robbie madurando (el título Better Man lo sugiere, aunque esté tomado de su canción) reconciliándose con su rival Gary Barlow y el resto de su antigua banda, así como agradeciendo a su padre su impronta en él con la escena final de su dúo con el en el Royal Albert Hall, ayuda a dejar un buen sabor de boca a la historia.

Todo ello, mientras suena en los créditos la nueva canción de Robbie compuesta para la película (“Forbidden Road” ) que ha optado a la nominación por mejor canción original para los próximos Oscars, antes de que se descalificara al descubrirse  el pastel de un plagio o “inspiración” en “I Got A Name” de Jim Croce

La trama e historia que se desarrolla en la película tiene su poso verídico en gran parte (de hecho, Robbie dice que él y Gary son más amigos ahora que nunca ) y por lo tanto los fans de Williams no creemos que salgan defraudados. Mucho menos será el caso de quien no conozcan al detalle al personaje y su historia oculta de desgracia a pesar del éxito. Por ello, y por esta cuidada facturación, incluso con lo estrambótico de la idea del mono, la película puede estar llamada a tener un éxito inesperado. Veremos si es así.

JAVIER SAN VICENTE

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