ENTREVISTAMOS A PAULA ORTIZ Y ALBA PLANAS
Estuvimos charlando con la directora y coprotagonista de La Virgen Roja
En el Ateneo de Madrid, Hildegart Rodríguez tiene su lugar y retrato. Por fin el modelo de la mujer del futuro es eterna, superando su ámbito fantasmagórico y ese protagonismo adquirido por su asombrosa progenitora, por ser su asesina.
Aquí también luce Almudena Grandes, quien con La madre de Frankenstein narraba los últimos años en un psiquiátrico de Aurora Rodríguez, la famosa madre de Hildegart.
Hablamos con Paula Ortiz y Alba Planas, directora y coprotagonista de La Virgen Roja, el filme que recupera el espíritu y la figura de Hildegart Rodríguez; ese icono feminista y referente de libertad que merecía que se contara su historia, que se conocieran sus ideas y esa valentía…
Mientras nos ubicamos, comentamos la polémica del galgo desfilando por la alfombra roja del Festival de cine de San Sebastián. El mismo galgo que sale en el cartel, el mismo cartel que tenemos detrás, que es lo que ahora realmente importa.
PAULA ORTÍZ: A mi hijo le gusta más este cartel que el del vals. Por lo que sea…
ALBA PLANAS: Yo ya me he acostumbrado, pero me gustaba más el otro, el del baile…
L.C.: Creo que hay más del galgo. No se ven tantos del baile, o yo he visto menos. Los dos son brutales, como la película…
Y comienzo dando la enhorabuena por La virgen roja, y preguntando cómo se pronuncia correctamente Hildegart, ¿con la “h” sonado a “j”, o haciéndola sorda y empezando por “il”?
PAULA ORTIZ: Pues parece que ser que es así, que llamaban (H)ildegart, porque es alemán. O al menos, es como debe pronunciarse. Hubo mucho debate sobre cómo llamarla cuando la película de Fernán Gómez, de los años 70. Y esto lo sabemos por la generación de mi padre -que tiene 80 años-, que es la más cercana. Se dice así porque es una herencia anglosajona de todas generaciones que hablamos inglés y que, por deformación, decimos Jildegard. Pero es más, habría que pronunciarlo con el acento al final (H)ildegÁrt.
L. C. ¿Qué te lleva a su historia? ¿Cómo llega La virgen roja hasta ti? Creo que empezaste a rodarla cuando estabas de promoción con Teresa, con Blanca Portillo, quien a la par estaba haciendo La madre de Frankenstein en teatro. Algo que me parece especial, mas allá de una coincidencia en agendas…
P. ORTIZ: ¡Fíjate! Sí, sí. Y con Blanca hablamos de qué estamos navegando las mismas aguas. Pero el inicio fue hace varios años, cuando me escribió María Zamora porque había leído un artículo y ya había hablado con Clara Roque y Eduard Sola, los guionistas, pues creía que había que hacer una película de todo eso. Y me lo propuso. ¿Te interesaría?, ¿te gustaría?, me preguntó. Le contesté en ese mismo minuto. Es una historia que me obsesiona desde la universidad, que ya conocía Me la había contado una profesora y luego, la historia había vuelto a mi de muchas formas, como cuando estaba con la tesis y la investigación. Siempre volvía la historia de Hildegart. También cuando daba clases en la Universidad de Barcelona e hicimos un proyecto sobre “cartas de mujeres que habían estado en el centro del poder” y la primera fue Hildergart. Siento que siempre ha estado conmigo. Así que fue algo increíble y extraordinario que te llamen para un hacer proyecto, de encargo, que tú querías hacer. Hacer una película que siempre has querido; me parece mágico. Y es cierto que mientras rodábamos La virgen roja, estábamos terminando la postproducción de Teresa, ni siquiera era la promo. Ya con la promoción, estaba montando La virgen roja. Que tenía yo una disociación… (risas) Y mientras, Blanca con La madre de Frankenstein y viniendo de Teresa. Y además, pareciera que no, Teresa y Aurora tienen mucho que ver. Y te diré; más que con Aurora, Teresa e Hildegart tienen mucho que ver con Hildegart; desde la brillantez de sus cabezas, a las contradicciones que acarrean sus vidas. Porque a Teresa le pasa igual; que si lo importante es el silencio y el encierro, mucha teoría del recogimiento, y luego se iba por ahí (risas). Y coinciden también en esas contradicciones -muy profundas- sobre la duda, la fe y el conocimiento… La duda como motor del conocimiento, con todo ese conocimiento que manejaban… Y esa fortaleza de Santa Teresa en su fragilidad -en la aparente fragilidad-, que es inmensa. Y a Hildegart le ocurría lo mismo, siendo una adolescente en plena crisis de identidad y con esa cabeza… Tienen mucho que ver.
L.C.: Ambas, unas adelantadas a su época…
ALBA ALBA PLANAS: Totalmente.
P. ORTIZ: Pero fíjate, es la primera vez que lo comento, que lo pienso; va más allá de ser unas adelantadas, unas mentes brillantes, porque cuando alguien se adelanta a su tiempo acarrea condiciones y heridas, y eso hace que sean como un canal. Son un canal. Ni siquiera son de su tiempo, porque van a hablar del futuro, siempre.
L.C.: Qué bonito.
P. ORTIZ: Santa Teresa va a hablar del futuro, siempre. Y Hildegart también. Yo no sé cuándo la sociedad llegará al punto que lo que abre Hildegart esté resuelto…
L.C.: Bueno, con películas así va a mejor. Y es de agradecer… Desde el comienzo hemos hablado de Mi hija Hildegart de Fernán Gómez, donde en el mismo titulo recae todo el protagonismo en la madre. Una gran película e interpretación de Soler Leal como Aurora, pero básicamente es una película de un juicio. Claro que en La virgen roja pones el foco en ella, por primera vez. Y ella es Hildegart, pero utilizas el apodo para reivindicarla más personalmente…
P. ORTIZ: La propuesta que me llega desde el principio fue hacerla, precisamente, desde punto vista de ella. Ante todo, ella,
L.C.: ¿En ningún momento pensaste acabarla con algo de aquel juicio, o de su estancia en un sanatorio psiquiátrico?
P. ORTIZ: Aurora siempre ha sido la protagonista. Esa madre, inteligente y asesina. El monstruo que ha fascinado a escritores, historiadores y psiquiatras, porque claro, la incomprensible es Aurora. Y se ha puesto todo el foco en Aurora -la película de Fernán Gómez y el libro de Almudena Grandes- Y es verdad que no había una ficción que pusiera el foco en Hildegart, pero ya no como “proyecto”, sino como persona; que fue absolutamente extraordinaria. Una referencia teórica, filosófica, social, política, y de muchísimas cuestiones en torno al feminismo y sobre todo, a la libertad sexual. Y de esto hace 100 años, y ella ya lo sacaba a la palestra. Sigue siendo un referente a nivel europeo y casi, mundial. Fue una líder. Y su funeral fue masivo. La gente acudió con sus libros, a reconocer su obra -que nosotros, supongo, también queríamos reivindicar-. Una obra que no ha muerto, pese a todo; pese a la madre, pese a la dictadura…Porque al final, ha sobrevivido. Los libros de Hildegart permanecen y sus artículos también.
L.C.: Pese a pervivir en lo fantasmal, como se lee al final del filme. De alguna manera, la habéis resucitado. Claro que hay otro momento en la película, con otra frase brutal cuando se dice algo parecido a la ficción es conservadora en esencia…
ALBA PLANAS: Por definición. La ficción es conservadora por definición. Así aparece en el guión. Y justo el otro día, Sola, que es el guionista, lo comentaba en San Sebastián. Y él hablaba de la “conservación” desde la naturaleza de la palabra, de la conservación de las obras. Quizás, de primeras, yo no lo había entendido de esa manera, pero ahora entiendo que hay algo bello en conservar las obras, porque si hacemos bien nuestro trabajo como sociedad, se va quedar obsoleta. Y será brillante, porque significa que hemos avanzado y estaremos en otros lugares de la historia. Siempre habrá obras que seguirán hablando independiente del tiempo y cuando haces una ficción no dejas de contar una historia desde un punto de vista. Y si avanzamos, el punto de vista tiene que quedar obsoleto…
P. ORTIZ: Esto es muy interesante, porque habla de la naturaleza de la ficción. Y es Aurora quien lo dice, cuando están con las novelas románticas, cuando está hablando del folletín. Recuperamos la frase muy posteriormente, pero es de Aurora. Y se refería a que las ficciones que se basan en fábulas amorosas, casi siempre románticas, son conservadoras. Y a ella le interesa saber del amor, del deseo, lo le gusta a gente y lo que le llega. Y Hildegart dice: las ficciones en masa son importantes. Y Aurora dice: Pero eso es basura. Basura conservadora… Es letal esa frase.
L.C.: Alba, ¿cómo trabajaste la relación con Najwa? Menudo duelo. ¿Te dio Paula alguna indicación?
ALBA PLANAS: Pues respetando mucho los espacios. Paula llegó y me dio la mano. Y desde el minuto uno, me dijo; no te suelto. Y así fue. Y todavía no me ha soltado…
P. ORTIZ: Ni ella a mí.
ALBA PLANAS: Desde el principio, ya en la sala de ensayos, trabajamos mucho las tres en los procesos de investigación y debate. Y con Najwa nos respetamos mucho los espacios, porque su personaje viene de lugares muy oscuros. Y tuvo una gran solidaridad con nosotros, por no contaminarnos con esa energía. Creo que hay que ser muy valiente para enfrentarte a un personaje así… Y fuimos tanteando; había momentos en un ambiente más distendido, en el cual podíamos hablar, reflexionar, e incluso reírnos, y en otros, estamos acordando secuencias con más profundidad, más densas, y entonces necesitábamos separarnos para encontrarlos luego en el plano…
Me quedan aún preguntas y ya estoy fuera de tiempo. Pero no puedo dejar de preguntar un par de últimas cuestiones…
L.C.: No puedo irme sin hablar de la música, la fotografía y de cuál ha sido la escena más difícil. Quizás la de la cabeza contra la pared, que es casi de terror…
ALBA PLANAS: Para mí, justo esa secuencia.
P. ORTIZ: Por técnica fue complicada.
ALBA PLANAS: Y por supuesto, de las más difíciles está la escena del final. La viví con mucha dificultad. No tanto por mí, que era más un trabajo físico, sino por ver cómo lo pasaba Najwa, porque es muy dura para ella a nivel emocional.
P. ORTIZ: Es de las que no ensayamos por no desgastarla, Sabíamos lo que teníamos que hacer técnicamente, había marcas… Y Najwa que se ha leído todo de Aurora, que se documentó mucho -con las imágenes reales, que las hay de Hildegart ya muerta-, cuando llega y se encuentra que no la dispara mientras dormía. Y cuando de repente Najwa ve que está despierta, empezó a decirme: Pero si está despierta, ¡que está despierta! Y me mira. Y me va a mirar… Eso fue muy fuerte.
L.C.: Antes de que me maten a mí (risas), por robar tiempo a la próxima entrevista, hablemos de esa iluminación en la secuencia del partido de tenis, que es genial, y la del paso de la noche al día con Najwa en duermevela y la pistola a punto de caer…
P. ORTIZ: Impresionante. Y no es posproducción Todo es iluminación. Es la luz…
L.C.: ¡Y esa banda sonora! Cómo es esa música…
PAULA ORTIZ: Ay, muchas gracias. La música es de Guille y Juanma, con quien ya trabajamos en Teresa. Me encanta. Es una de las cosas más bonitas de la peli. Y la hemos trabajado mucho juntos, super mano a mano.
Nos despedimos ya -que bastante amable ha sido el compañero de la siguiente entrevista.
L.C.: Ha sido un placer.
PAULA ORTIZ y ALBA PLANAS: Igualmente.
Salgo del Ateneo mirando al retrato de Hildegart entre tanto literato. Y sonrío. Lo ha conseguido. Ya tiene su sitio en nuestra historia.
Mariló C. Calvo