HOTEL BITCOIN: La loca vida de los nuevos millonarios

Hotel Bitcoin es una locura, una comedia desenfrenada en la que cuatro amigos de toda la vida, cuatro perdedores natos, tienen un golpe de suerte y se encuentran con un portátil con más de 4.000 bitcoins, lo que traducido a euros son el equivalente a 102 millones.

Por supuesto, los chicos se entusiasman, pero han de mantener la calma. Tienen que pasar el fin de semana en un sitio discreto antes de poder cobrar ese dinero, y deciden ir a un hotel de lujo para ir gastándoselo allí. Sin que se note. Algo que resulta complicado porque el entusiasmo les puede.

Cuando llegan al hotel se encuentran con unas chicas muy guapas, a las que se acercan con la intención de hacerse amigos. Y todo se va descontrolando aún más. Es inevitable.

Lo que no saben, porque Alejo (Alejo Sauras) no les ha contado nada, es que le debe dinero a unos prestamistas, y que el dinero del portátil va a ser también la solución a la cantidad que tiene que darles. Por lo tanto, sin ser conscientes de ello, los amigos son perseguidos desde el comienzo por esta banda, liderada por Botín (Jorge Bosch) para que les devuelvan lo que es suyo… con creces.

Marta Hazas y Vanesa Romero en Hotel Bitcoin
Dos de las tres chicas de la película, Marta Hazas y Vanesa Romero

Hotel Bitcoin parte de una historia real que ha quedado reflejada en un guión firmado por Ángela Obón, Carlos ‘Pocho’ Villaverde y Manuel Sanabria, y dirigido por éstos dos últimos, una película que recuerda a unos cuantos títulos del cine norteamericano más reciente, sobre todo a Resacón en Las Vegas, pero no es la única, como bien nos concretaron sus directores cuando los entrevistamos. Y están encantados de admitir que querían seguir esa senda, porque es la que funciona y la que conecta con el público.

Y lo hace en buena medida. Hotel Bitcoin es una comedia disparatada con la frescura y el ritmo desenfrenado que se le pide al género. Hotel Bitcoin responde en muchos momentos a esa exigencia, pero lo cierto es que al liarse las situaciones como lo hacen en la cinta, la película pide un desenfreno mayor que el acaba ofreciendo. Es gamberra pero pide más gamberrismo.

Mauricio Ochamann Pablo Chiapella y Leonor Lavado
Mauricio Ochamann, Pablo Chiapella y Leonor Lavado
en una escena de la película

Aún así, Hotel Bitcoin funciona y pasas un buen rato. Cuenta con personajes estupendos y con actores muy brillantes para darles vida. Alejo Sauras, Pablo Chiapella, Mauricio Ochmann y Canco Rodríguez están espectaculares, ofreciendo un timing cómico sensacional. Las chicas también están espléndidas, sobre todo Leonor Lavado, que siendo su primera película, y más aún dentro de un género tan complicado, brilla con un talento descomunal.

En sus locuras, es en los pequeños detallitos de los que Hotel Bitcoin se nutre, donde la película gana. Detalles que parecía que no iban a ser necesarios y a los que el guión recurre para redondear lo planteado. Personajes, objetos, pistas que van a servir para hacer avanzar la acción y llevarla al nivel que la comedia requiere. Comedia de enredo, que es el subgénero más aplaudido. Y una gozada ir comprobando cómo las piezas van encajando en un resultado final muy satisfactorio.

Tal vez no llegue a las cotas de grandeza de esos títulos con los que quiere compararse pero tampoco queda muy lejos de ellos. Hotel Bitcoin es una película divertida a la que hay que agradecer que no caiga en los tópicos y vulgarismos en los que muy habitualmente, en nuestra cinematografía y en la tan reverenciada cinematografía norteamericana, se cae. Ésta puede presumir de ser una comedia elegante en la que la brocha gorda no aparece en ningún momento. Y eso no sólo es digno de alabar, también es muy complicado de conseguir. Pero Hotel Bitcoin supera muchos obstáculos y nos ofrece una visión muy entretenida de la loca vida de los nuevos millonarios. Y nos lo pasamos muy bien siendo testigos de sus aciertos y de sus muchos errores, que son, obviamente, los que le ponen la salsa al género y los hacen de éste uno de los preferidos de los espectadores.

Silvia García Jerez

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