DESDE ALLÁ
Todo está en la mirada
Todo está en la mirada. Aunque sea a la nuca del observado y lo veamos desde el cogote de quien observa. Desde la visión del inquietante personaje que arranca la película, mirando tranquilamente a quienes esperan al autobús.
Todo está en su mirada y aún sin verle los ojos, intuimos que van en busca de chavales.
Y desde esa distancia, mantenida, todos recorremos las espaldas, los hombros y las manos de los jóvenes, observando desde allá, como el cincuentón impasible que parece no involucrarse, quedándose sólo en espectador, como nosotros desde la butaca.
Pero la mirada es tan cercana como si fuéramos él y la cámara tan certera, que experimentamos un incómodo y fascinante voyeurismo al cuadrado.
Así comienza Desde allá, el perturbador film venezolano dirigido por Lorenzo Vigas con guión de Guillermo Arriaga y basado en un relato de Patricia Highsmith, que ganó el León de Oro en la pasada Mostra de Venecia.
Con intriga y seducidos ya desde la primera secuencia, asistimos al ritual de invitación, previo pago, hasta la casa del hombre tranquilo, que elige a los muchachos en las paradas de guaguas del centro de Caracas. Ese tipo de aspecto corriente que apenas habla y desconcierta desde la soledad, la generosidad y la necesidad.
Pero el presentimiento de perversión y tragedia ronda en cada plano de esta amarga historia de amor, dependencia, pulsiones y cuestiones paterno-filiales. Y el cazador es también cazado, perseguido por uno de los elegidos que vuelve a buscarle a su lugar de encuentro. Sus vidas, entonces, se entrelazarán en una relación arriesgada, peculiar y extrema.
Desde allá es una magnifica cinta, de esas que no dejan indiferente y se disfrutan por ser muy buen cine con grandes interpretaciones. Una valiente película que va mas allá de la homosexualidad -en un país harto machista- y arrastra un profundo planteamiento sobre la paternidad -en una ciudad salvaje y superviviente, donde los hijos son incluso moneda de cambio-.
El film se adentra en la compleja relación amorosa entre el hombre de mediada edad, profesional acomodado, con un padre ausente y recién estrenado como tío, y el muchacho buscavidas, padre primerizo en casi plena adolescencia, en busca de la figura paterna que realmente nunca tuvo.
Ambos personajes, soberbiamente interpretados por Alfredo Castro -como también hizo en El Club– y Luis Silva –salido de la calle para este escalofriante primer papel, cargado de autenticidad-, vivirán un intenso y conmovedor intercambio de roles, cuestionándonos durante todo el relato quién es el adulto y quién el crío, quién el amado y quién el amante, quién es el cuidador o cuál de los dos es el cuidado; y quién es el marica, acá, como bien pregunta el taciturno hombre de esta extraña pareja que hace dudar del quien bien te quiere te hará llorar.
A través de meditadas elipsis y sorprendentes saltos en la trama, conocemos la rutina y el entorno de los protagonista que terminarán enfrentándose a su relación ante la mirada del niño que la descubre, una madre que la desprecia y unos colegas del barrio que la repudian… Y ante ellos mismos como pareja.
La película pone el foco en los pequeños detalles -en una figura decorativa, unos libros, un cajón o un cuchillo- que sutilmente cobran relevancia, mientras el espectador intuye lo que ocurre pero sin ninguna certeza. Lo que vemos y lo que dejamos de ver está muy cuidado, usando intencionadamente la imagen borrosa o los encuadres fuera de plano, para llegar a un tratamiento de la violencia y de las escenas comprometidas en un excelente crescendo, desde el pudor de la distancia en las miradas a una verdad brutal.
No mucho más por comentar porque Desde allá es de esas óperas primas que cuánto menos se cuente, mejor; para no dejar de mirar… De lo mejorcito del año.
Mariló C. Calvo