FÁCIL, o las dificultades de adaptación
Anna R. Costa estrena Fácil, su personal versión sobre las dificultades de adaptación de cuatro amigas, retrasadas y tuteladas, que comparten piso en Barcelona. Inspirada en la inabarcable novela de Cristina Morales, Lectura fácil, la serie dulcifica un libro tan radical como fascinante que ha generado también una obra teatral, dirigida por Alberto San Juan, y compartiendo a una de las actrices para ambas propuestas.
Presentada en el pasado Festival de cine de San Sebastián, Fácil arrastra desde entonces la polémica del rechazo de la autora, llegando ahora su eco ante la emisión de la serie completa en Movistar+ Plus. Sin embargo, permítanme recomendarles que lean las criticas negativas de Morales, una vez vean los cinco episodios, de media hora, que se enlazan fácilmente. Luego, juzguen. Y por supuesto, lean el libro, si todavía no lo han hecho.
Hablar de Lectura fácil da para mucho. Comunismo, anarquismo, individualismo… Un libro político y feminista desde su misma portada, con el ideario “Ni Amo. Ni Dios. Ni marido. Ni partido. Ni de fútbol” en su combativa solapa. Detrás, más de 400 páginas cargadas de reflexiones,inconformismo e inspiraciones, entre textos cruzados y con un fanzine incluido. Un libro radical en forma, fondo y maneras. Punki, literario, difícil, transgresor, bello y necesario, que exige cierto esfuerzo ante su lectura, no tan sencilla como la que reza su título.
Morales, quien escribe sobre la dominación que les ha tocado vivir a las mujeres, por ser mujeres, y siempre bajo cualquier tutela masculina, se centra en su Lectura Facil en cuatro jóvenes que comparten parentesco, piso y diversos grados de discapacidad en la Barcelona de Colau, siendo tuteadas, además y en su caso, por la Generalitat. Entre asambleas de okupas, clases de danza integrada y testimonios ante jueces, Nati, Marga, Patri y Angels viajan en metro, tienen ligues y amantes, compran en el chino del barrio y se reparten las tareas de la casa, como tantas otras chicas, siendo conscientes de los extras que implican sus circunstancias personales, peculiares e intransferibles.
Esquivando la condescendencia y la compasión, cada una y a su modo se enfrenta al día a día, así como al sistema; ya sea pasando de institución en institución para demostrar su normalidad vs. discapacidad, ya sea huyendo de Servicios Sociales o buscando su complicidad, ya sea poniendo porno al máximo volumen, ya sea escribiendo una novela autobiográfica con el método de lectura fácil para hacerla comprensible a cualquier persona, sea discapacitada, normalizada, o normal.
De todo este compendio y con un equipo mayoritariamente femenino, Anna R. Costa se inspira libremente junto a la guionista Cristina Pons, mientras se acompaña en la dirección de Laura Jou, para narrarnos las aventuras y desventuras de este cuarteto de retrasadas, como ellas mismas dicen, que luchan por su amistad, independencia, libertad y diversidad funcional.
La co-creadora de la fetén ARDE MADRID, arriesga con ligereza y humor creando personajes nuevos y situaciones cómicas, transformando el extremismo y la denuncia de la novela en una adaptación accesible a todo el mundo, con una loable aproximación a la integración -que de eso también se trata-, normalizando cualquier discapacidad y haciéndola presente.
No queda tan lejos el triunfo de la emotiva Campeones, demostrando el poder y la dignidad de la discapacidad, mientras los últimos spots de la ONCE y del Ministerio de Derechos Sociales nos muestran la oportunidad de vivir en una sociedad inclusiva y diversa, como nunca antes, pudiendo ser el protagonista de la película de cada vida, abrazando todos géneros y cualquier discapacidad. No obstante, todavía queda mucho por conocer e integrar sobre la discapacidad intelectual y/o física Así que la llegada de la doble adaptación, ya sea en serie y sobre las tablas, aprovechando la ficción de Morales, es ya algo extraordinario y merece toda atención.
Ambas propuestas. Y sin caer en la comparación. Pues si bien Fácil deja solo por título y trama la parte más amable del todo el relato, recalcando quizás en el deber de hacérselo más sencillo a determinados grupos de la sociedad, la obra de teatro, siendo más dura y fiel a la novela, es igualmente válida y valiente.
En Fácil, intérpretes normalizados y personas con discapacidad han contando con el apoyo de diversos especialistas y el ejemplo de distintos perfiles para llevar a cabo la simulación y la creación de cada personaje, apareciendo además algunos que no se dan en el original, como son los novios; ya sea el niño-bien que nunca será suficientemente normal, ese novio-vecino que resulta más encantador que cualquiera de los chavales descritos en el libro, y esa breve aparición de Albert Pla aportando algo de revolucionario.
Diferenciándose también de lo literario, o siendo otra aportación de Costa, según se mire, encontramos a alguna asistente social mostrando aún su parte crédula y el lado luminoso de quienes trabajan, de cerca, con la discapacidad y la burocracia, preocupándose y ocupándose de las personas y no solo los expedientes. Tal vez, reflejando que en la realidad del establishment del patriarcado blanco igual existen tales profesionales, viendo la lucha con otros ojos.
Sin embargo en Fácil todas las miradas se volverán hacia Nati, Marga, Ángels y Patri. Cada cual con su grado de discapacidad y su supuesto control. Y todas, desde sus necesidades y sus deseos. Esas carencias y capacidades, distintas, para una panda de tullidas que solo quieren ir a comer a un restaurante, como todo el mundo, y entender de límites.
Y vemos a Anna del Castillo -espléndida-, Natalia de Molina -con una interpretación muy extrema-, Coria Castillo -debutando en las pantallas- y Anna Marchessi -divertida y maravillosa-. La actriz, con cierta discapacidad, hace doblete con diferentes papeles, siendo la que escribe la novela de su vida sobre el escenario y encarnando a Patri, en la serie, la que se adapta más a las normas porque sabe que esas es la única manera de poder ser más libre.
Y ahí está Ángels haciendo todo lo posible para no peder la vivienda tutelada, y para que Marga, con el deseo sexual desatado, deje de masturbarse en cualquier lugar, mientras ella enganchada al móvil escribe un libro por wassap entre digresiones y directrices.
Luego está Nati, probablemente el personaje más cercano al lector o lectora normal, una chavalacon taras por sensible, justiciera y con problemas de sociabilidad. Deslumbrante Anna del Castillo-también en Los girasoles silvestres y en Historias para no contar-, crea un personaje perfecto, quizás el más difícil de novela; el de una chica a punto de doctorarse que un día se bloquea y decide aislarse bajo el estigma de retrasada, con un imaginario “sistema de compuertas” que abre o cierra, según las cosas le duelan. Y que baila para no pensar, teniendo la danza como único recuerdo de quien fue. Entre tanto, va en moto transmitiendo sus ansias de libertad y grita ¡Anarquía! sin parar. Un personaje genial, que pone el foco en los problemas mentales tan de actualidad.
Y queda Marga. ¡Ay, ay, ay! In-com-pren-si-ble. Que aun entendiendo el trabajo de logopedia y cuerpo que hay detrás de la interpretación de Natalia de Molina, encuentro un personaje que es de lo único que podría quejarse la autora. Pues Marga es tan potente, que ni la imaginas. Y su historia es fundamental. Y no es que incomode ni desconcierte la verdad de un físico determinado, unos sonidos guturales y ese otro ritmo de pensar y al hablar, es que Marga en Fácil resulta casi esperpéntica y roza peligrosamente la parodia, pudiendo echar a perder el conjunto, el reto, la visibilidad…
Desde su perspectiva personal e independientemente de donde venga, Fácil no es una mala serie -Costa domina el género y formato- y ni mucho menos, es un despropósito. Contiene momentos tiernos, osados y hasta absurdos, obviando otros importantes si se conoce la narrativa original. No obstante, es ya un logro que nos parezca tan normal una serie con cuatro retrasadas como protas, quienes convierten en reales a esas discapacitadas de ficción que desean escaparse del libro y del sistema, de esa sociedad opresiva que encierra a sus miembros y nos dice lo que tenemos que hacer.
Pero si hay algo por lo que Fácil debería ser vista es por las secuencias de danza integrada. Un buen chispazo de lo que en la novela es más que relevante y está bellamente descrito; dibujando con palabras esos cuerpos y mentes diferentes, practicando esos portés que son como besos, o buenos polvos, aunque no haya piernas o exista una silla de ruedas por medio.
Sea como sea, aprovechen la oportunidad y háganlo bien. Vean la serie y vayan también al teatro. Luego, saquen su versión de las discapacidades y comiencen a facilitar. Como debe ser… No vayan a quedar como subnormales.
Mariló C. Calvo