ARTHUR RAMBO: El héroe de las redes sociales

Arthur Rambo es una película colosal. En todo, en su fondo y en su forma. Y también en su duración. En tiempos en que las películas superan las dos horas, que una historia tan tensa y tan llena de verdad sea capaz de llegar al espectador en escasa hora y media es de alabar.

En ese rato conoceremos a Karim D. (Rabah Nait Oufella), un joven magrebí al que París empieza a idolatrar, un escritor cuya carrera acaba de despegar y al que esperan éxitos impresionantes ya desde la gira de presentación de su libro, el mismo que está emocionando a quien lo lee y del que está recibiendo propuestas de lo más prometedoras. Karim D. es el hombre del momento.

Pero su alter ego, Arthur Rambo, se descubre para atacarlo y hacerle la vida imposible. Los mensajes de odio en Twitter que escribió hace años bajo ese pseudónimo, controvertidos hasta pasar con mucho la ironía, más hirientes que divertidos, más salvajes que ocurrentes, empiezan a ser asociados con el escritor. Y Karim, que al principio no le da demasiada importancia, comenzará a preocuparse por el calado que alcanza el escándalo. Y no va a tener una salida sencilla al lío que se está formando en su vida. El pasado ha llegado para aterrorizarlo más de lo que él nunca imaginó.

Karim D, en su incipiente éxito, está a punto de verse acosado 
por su propio yo del pasado: Arthur Rambo
Karim D, en su incipiente éxito, está a punto de verse acosado
por su propio yo del pasado: Arthur Rambo

Arthur Rambo está basada en una historia real, la del escritor, director, bloguero y columnista francés Mehdi Meklat. Con lo que a él le ocurrió Lauren Cantet, director de la película, escribe el guión junto a Fanny Burdino y Samuel Doux. Los tres se ocupan de contarnos lo rápido que puede una persona pasar de ser una celebridad a convertirse en un demonio, en alguien temible por lo que piensa en realidad, revelada ya la falsa identidad con la que también alcanzó la fama en el mundo virtual.

Pero el mundo virtual es eso, un mundo falso en el que se pueden crear perfiles de personas que no existen. Eso tiene mucho peligro porque siempre hay alguien detrás, aunque no dé la cara. Si no es un Bot, que es otro tipo de perfil falso, que también corresponde a una identidad pero más difícil de localizar, por mucho que el nombre de tu cuenta y la foto no sean las tuyas, estando tú detrás de ellas, puede que más pronto que tarde se dé con el responsable.

Arthur Rambo cuenta la bajada a los infiernos de su personaje en 48 horas. La celeridad de las redes. Hoy el mundo va a esa velocidad. También para lo bueno: puedes ser el centro de atención hoy y mañana todos los que te hicieron Trending Topic te habrán olvidado. Pero en este caso hablamos no de un vídeo viral sino de un tipo que habiendo demostrado su valía lo ha hecho en las dos direcciones posibles, en la pública, siendo un escritor admirado, y en la más privada posible, la de los rostros sin rostro de Twitter. Éstos son, algunas veces, tan radicales que siempre van a ser un ejemplo para sus seguidores, en el caso presente los árabes afincados en París que buscan el mejor ejemplo a seguir, aunque no sepan que eres tú.

Arthur Rambo es una película con muchas capas, habla de muchas cosas. Pone el foco en lo visible y lo invisible, en la crítica social, en la doble moral, en el miedo a que lo que hasta ayer funcionaba hoy pueda hundirte, en la hipocresía de las redes. Todo es peligroso si lo vemos con esos ojos, si le damos la vuelta a los contextos, si ahora te señalan a ti en lugar de señalar tú.

Mientras asistimos a su ascenso, lo hacemos también a su desenmascaramiento. Vamos siendo conscientes de hasta qué punto Arthur Rambo ha ido lejos. Muy lejos. Se ha perdido para la sociedad, es irrecuperable ya. Pero su talento sigue ahí. Cómo prestarle atención por encima del ruido. Esa es la pregunta, y la respuesta no va a ser sencilla. Ni bonita.

Lauren Cantet ha firmado una película prodigiosa, llena de humanidad y con mensajes demoledores. La charla que le da el hermano a Karin D. es sobrecogedora. De esas que le dan a la película una dimensión que la expande al nivel de la obra magna. Alejada de efectismos, es un mazazo. A esta historia, tan realista como real, tan creíble por el efecto que las redes pueden llegar a causar, es complicado encontrarle una pega. Es precisa, directa y un auténtico acierto en estos tiempos tan entregados a lo que dicen los demás, a lo que piensan y, muchas veces, a lo que tenemos que pensar.

Silvia García Jerez

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