ESPÍRITU SAGRADO: Ufología mundana

Enfrentarse a Espíritu Sagrado es una experiencia fascinante. Se trata de una película que no se parece a ninguna otra. Contiene, eso sí, trazas de un cine independiente que, desde los albores del primer Carlos Vermut, en su ya mítica Diamond Flash, hasta la actual Destello bravío, nos ofrece un retrato de la humanidad con un naturalismo salvaje impropio del tamiz de la ficción, pero su mezcla con el mundo esotérico y con el cine fantástico la llevan, nunca mejor dicho, a otra dimensión.

Espíritu Sagrado nos sitúa en la localidad valenciana de Elche, en la que muchos de sus miembros pertenecen a la Asociación ufológica Ovni-Levante. Ahora, tras la muerte de Julio, su director, todos se quedan compungidos, especialmente José Manuel, uno de los socios, con el que Julio tenía una alianza que los unía en el conocimiento del secreto que puede cambiar el destino de la humanidad.

Mientras se intenta asimilar la falta de Julio hay un hecho que mantiene en vilo a la localidad: una niña, la Vane, ha desaparecido, y su hermana gemela, Vero (Llum Arques) vive con su madre a la espera de que la pequeña aparezca. Ambas comparten, además del físico, una mochila que la niña tenía con ella el día en que se la llevaron, y su hermana enseña la suya en una entrevista que la televisión local les hace para informar de la situación del caso. Un distintivo que puede ser útil para encontrarla.

Aunque parezcan tramas separadas todo tiene relación en Espíritu Sagrado y unos personajes y otros, sus vínculos y sus relaciones van a unificarse en un punto que traspasa lo fantástico para convertirse en algo tan inesperado como alucinante.

Los miembros de la Asociación ufológica OVNI-Levante

Espíritu Sagrado es también conocido por el tema de Sacred Spirit, Yeha-Noha, que hizo famoso a este proyecto musical alemán que cantaba en lengua navaja, la de los nativos americanos. Cuando escuchamos la canción en la película lo hacemos para consolidar la idea que nos ronda cuando el conjunto de la propuesta se hace efectivo y comprendemos lo que hemos visto y hasta qué punto supone una genialidad en el panorama cinematográfico contemporáneo. Así nacen las obras de culto.

Porque Espíritu Sagrado comienza de una manera desconcertante. No sabemos bien a qué atenernos cuando se nos presentan estos personajes tan peculiares, reconocibles en un ambiente costumbrista pero no en los parámetros de una ficción convencional.

Lo pintoresco se vuelve parodia en este contexto, pero la seriedad de la historia y el tacto extremo de su director, Chema García Ibarra, no permite que nos desviemos de una meta que como aún no conocemos nos mantiene en vilo mientras contemplamos un relato que nos va dejando sin palabras.

Dos elementos hacen de Espíritu Sagrado una película imprescindible. Por un lado el tono, cada vez más desasosegante, implacable en su sordidez costumbrista, y por otro el ritmo, que no da tregua, que parece que va a dejarte respirar para, en realidad, avanzar hacia la barbaridad que tiene preparada.

Chema García Ibarra, cineasta apasionado de la ciencia ficción en ambientes alejados del mundo erudito científico que siempre le ha otorgado la gran pantalla, nos lleva de su mano sabia por un espectro de eventos, situaciones y sensaciones que van calando en el imaginario que va construyendo con la película.

De este modo no podemos permanecer impasibles ante la madre de José Manuel, antigua vidente ahora en una situación completamente distinta, o ante los compañeros de José Manuel en la asociación, tan variados, tan poco ortodoxos, que resultan magnéticos.

También de esa singularidad se vale el film para deslumbrarte. Parte del hilo invisible del drama que aqueja a unas personas anónimas y ajenas a los convencionalismos que nos impone lo esotérico en la ficción para mantener al espectador lejos de cualquier burla hacia lo anómalo: si este es el terreno en el que nos movemos, veamos qué pasa en él. Dejémonos llevar porque aquí no hay nada casual. Y en ese territorio que bascula entre la incertidumbre y lo estrambótico obtiene Espíritu Sagrado sus armas de seducción.

Y esa niña. Menudo descubrimiento es Llum Arques. La pequeña es el alma de la función. Con ella reímos y nos asustamos. Y la admiramos. Su desparpajo infantil, su personal aportación al humor en momentos inesperados, su asunción de las situaciones como si de un adulto se tratara nos conquista. Y su mochila, claro. Es inseparable de su personaje y con ella la encontramos en el cartel promocional.

Espíritu Sagrado es un hallazgo. Si creías que ya lo habías visto todo, aún te falta ésta película por explorar. Sus recovecos son únicos, su surrealismo insertado en el naturalismo de sus acontecimientos, también. Su potencia hace de ella una experiencia inolvidable por la que agradecerás haber pasado.

Silvia García Jerez

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