EL AÑO DE LA FURIA: Ruta hacia el infierno
El año de la furia es el retrato de la situación que vivió Uruguay en 1973, en los meses previos al comienzo de la dictadura. La cinta se sumerge en la represión, que ya era patente, y en cómo les afecta a Diego (Alberto Ammann) y a Leonardo (Joaquín Furriel), dos guionistas de un programa de humor sobre la actualidad a quienes su jefe piden rebajar el nivel de crítica, que empieza a molestar a los militares, quienes ya están tomando posiciones de poder.
Por otro lado, también expone la relación entre Rojas (Daniel Grao), un teniente del Ejército que ha sido presionado para torturar a militantes o simpatizantes de la guerrilla de los Tupamaros, y Susana (Martina Gusmán), la prostituta con la que Rojas encuentra un refugio emocional para tapar con él su culpabilidad.
En algún momento de la historia todos ellos van a tener una determinada conexión, directa o indirecta, y de este modo, sus vidas van a estar aún en mayor peligro.
El año de la furia es un retrato interesantísimo de ese Uruguay previo a la dictadura, un caleidoscopio de violencia y dolor con interpretaciones espléndidas.
Porque la película cuenta con un amplio reparto, en que destacan los ya citados Alberto Ammann y Joaquín Furriel, quienes interpretan a los dos guionistas, dos personalidades muy diferentes que se van a complementar a lo largo del metraje, pero es que en la cinta también vamos a encontrar a Maribel Verdú, la dueña que regenta el hostal en el que se hospeda el personaje de Alberto, a Martina Gusmán, la prostituta aterrada por ser la favorita del teniente, un Daniel Grao fabuloso en su frialdad, o a Miguel Ángel Solá, su imponente jefe, a quien el teniente también teme.
Todos ellos van a tener relación entre sí, y sus historias entrelazadas le van a aportar a la cinta un carácter mucho más intenso.
La única pega que se le puede poner al elenco es un detalle, algo que llama la atención y que no se acaba de entender muy bien. Y es que, estando situada la historia en Montevideo, ninguno de los actores habla con acento uruguayo, sino argentino. A excepción de Maribel Verdú, que habla en castellano, pero ya se dice en el film que ella viene de España, por lo que el suyo está justificado. Son los de los demás los que no cuadran.
Más allá de este pequeño gran detalle, El año de la furia, precioso título que nos lleva a un tiempo de espanto, es un film extremadamente interesante que se va haciendo más apasionante a medida que avanza.
La presión a la que el espectador también se ve sometido responde al acierto del trabajo del director, el madrileño Rafa Russo, que nos introduce en un cuello de botella del que cada vez es más difícil escapar.
De este modo, el tramo final de El año de la furia se convierte en una vertiginosa ruta hacia el infierno. Quienes de él puedan salir no lo harán siendo los mismos.
El año de la furia supone un ejercicio de cine magnífico, una película que nos recuerda el pasado y nos expone a un presente que debemos cuidar para no repetirlo. Un film sobresaliente que quedará en la filmografía de quienes en él participan como ejemplo de uno de los grandes títulos de sus carreras.
Silvia García Jerez