MUESTRA SYFY 2016: el año de la mandanga
El pasado jueves día 3 de marzo La invitación servía de título de salida para comenzar la XIII Muestra SyFy de Cine Fantástico, que viene teniendo lugar en Madrid en distintos emplazamientos como el cine Palafox, donde se hizo los primeros años, el cine Callao, cuya plaza se vio después rodeada de cientos de seguidores del género que corrían al acabar una sesión para coger el mejor sitio en la fila de cara a la siguiente proyección. Y tras estos cines, en 2016 ha sido el Palacio de la Prensa el que ha albergado una Muestra, que no Festival porque tiene lugar en pocos días, que cada año, gusten o no las películas que componen su programación, consigue sumar más adeptos.
Cada una de las películas fue presentada, como viene siendo habitual, por la actriz Leticia Dolera, protagonista de REC 3: Génesis. Su estilo desenfadado a la hora de narrar el contenido de cada cinta no tiene precio, y este año ha introducido un nuevo elemento a la hora de aumentar el buen rollo del ambiente. Algunas películas se proyectaban a la vez en las tres salas, debido al aforo esperado por las expectativas puestas en ellas, y Leticia propuso apodar a la sala 1, la grande y en la que todos los fans del género quieren ver las películas, La sala de la mandanga, en referencia a los comentarios en alto que tanta buena aceptación reciben. Aquellos que quisieran ver las películas en silencio, sin el jolgorio que algunas escenas generan, podían acudir a las otras salas, esas que están Free of mandanga. Es decir, Libre de mandanga. Bravo por Leticia.
La invitación, como decía, ha abierto esta última edición. Film que ganó en el último festival de Sitges y que encontró fans en casi todos sus espectadores. Cierto es que algunos no nos rendimos a ella: su tempo lento no invita, nunca mejor dicho, a sentirte uno más de los asistentes a esa cena en la que unos cuantos amigos se reúnen después de que hace un par de años una tragedia los separara. La tensión, que sí tiene por momentos, pero no con la continuidad que debiera, se va acumulando hasta una escena final que no por espectacular compensa el rato invertido en verla.
El viernes 4 fue un día divertido. Villmark Asylum provocó relativa indiferencia. Ambientada en un antiguo manicomio de la II Guerra Mundial a punto de derribo, cinco investigadores en busca de residuos peligrosos encuentran algo más que estos materiales dañinos para la zona. La relativa indiferencia a la que hacía referencia estriba en el hecho de que pese a que la película pasó con más pena que gloria, hubo un elemento que a partir de su visionado generó un hilo común en el resto de proyecciones: el asesino, para llamar a sus víctimas, los investigadores, claro, utiliza un silbidito que los asistentes a la Muestra fueron usando cuando en otras películas la situación de tensión remitía a ésta, con las consecuentes risas que ello provocaba. Viva la mandanga.
A Villmark Asylum le siguió Nina forever, una gran idea transformada, por su excesiva duración, en una película insoportable. Tras un accidente en la carrertera, Nina fallece y su novio encuentra en una cajera del supermercado donde trabaja a su nueva compañera. El problema es que el fantasma de Nina se va a aparecer cada vez que la pareja practique sexo, reclamando el sitio físico que todavía ocupa en la mente del joven. A su excesiva duración hemos de sumarle un problema técnico con los subtítulos electrónicos que llevan todas las películas que no cuentan con distribuidora y no tienen previsto estrenarse comercialmente, por lo que en cierto momento de la proyección hubo que recuperar su metraje y todo el calendario previsto del día se retrasó el tiempo correspondiente al percance. Ni que decir tiene que la mandanga se desató en toda su dimensión…
Pero tras ella llegó The green inferno, que para quien esto escribe resultó ser la película más acertada y completa de la Muestra. Eli Roth nos lleva al Perú amazónico, a una tribu de caníbales que da buena cuenta de un grupo de estudiantes que ha viajado allí para ejercer su activismo de cara a un mundo que ahora lo ve todo a través de Internet. Crítica social y cine gore se mezclan en esta obra de aquel al que un día conocimos gracias a Hostel.
A continuación llegó Vulcania, una de las películas más esperadas y que más decepcionaron. José Skaf dirige en ella a un extenso elenco de grandes actores entre los que se incluyen Aura Garrido o José Sacristán, para contar una historia de ciencia ficción que no convenció a casi nadie por la falta de cohesión en las ideas propuestas. Tras ella, la japonesa Parasyte, en la sesión golfa, produjo buenas sensaciones.
El sábado comenzó con The piper, un flautista de Hamelin coreano que dio lugar a opiniones encontradas. A continuación, Listening jugaba con la idea de que los humanos podamos leernos la mente. Pero conocer los pensamientos del otro y poseer la capacidad de manipularlos desde el momento del nacimiento tiene consecuencias desastrosas. Hay inventos que nunca deberían desarrollarse, y Listening lo cuenta de forma acertada.
The Mind´s eye, fue, posiblemente, la película que mejor se ajustara a las características de la Muestra, es decir, la de mayor mandanga. La telequinesis como modo de dominar el mundo dio lugar, en este film de espíritu ochentero, a un ambiente festivo en el que los comentarios en voz alta y las risas que los secundaban acompañaron a una de las mejores proyecciones de este año. La película no era buena pero sí lo fue la diversión, y eso, tras un año, el 2015, en que se proyectaron unas cuantas cintas de corte ciertamente elitista, tuvo su recompensa
en un público muy agradecido.
Y el sábado a las 22:30 llegaba otra de las importantes: Bone Tomahawk, un western con caníbales protagonizado por Kurt Russell que provocó admiración generalizada pero del que unos cuantos también disentimos. Aburrida hasta el agotamiento y demasiado larga de duración, una película que puede contar lo mismo en una hora y media en lugar de en las dos horas y diez y utiliza no merece ser considerada la genialidad que en un principio parecía ser.
El domingo 6 pudimos ver Demon, una comedia polaca que provocó risas pero también dejó mucha preguntas en el aire. JeruZalem, que no versaba sobre zombies, como la Z mayúscula pueda dar a entender, sino sobre el Apocalipsis en la ciudad referida, nos regala, literalmente, una hora inicial que nos sirve para introducir a los personajes pero que se hace larga en su propósito, para pasar a una media hora final de criaturas aladas y personajes infectados por ellas que toman, por supuesto, sus oscuras características tras el contagio. No deja de ser una película curiosa.
Después, otra comedia: Absultamente todo, dirigida por Terry Jones, ex Monty Phyton, con Simon Pegg a la cabeza. Unos extraterestres deciden otorgarle a un humano cualquiera poderes infinitos para decidir si sabe usarlos para hacer el bien y así salvar la especie, o si sus decisiones son tan desastrosas que solo invitan a acabar con el planeta. Las situaciones que se generan de tal oportunidad son brillantes, pero la película no acaba de tener la grandeza que debería. Eso sí, la nostalgia de escuchar la voz de Robin Williams en el perro parlante, el último trabajo que pudo realizar el actor, es un punto a favor del disfrute de la cinta.
La última película de la Muestra fue High-Rise, cinta que decepcionó por su excesiva complejidad, su retrato confuso de la vida en un rascacielos que lejos de ser ideal es de lo más turbadora, no acabó de convencer a los asistentes. Ni siquiera la presencia de Jeremy Irons puede elevar la película al lugar en que las buenas críticas obtenidas desde su presentación en los festivales de Toronto y San Sebastián la situaron. Con este cierre no hubo lugar para la mandanga.
Silvia García Jerez
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