Premios GOYA 2019
LARGA VIDA A SOROGOYEN
Las apuestas estaba entre la corrupción de El reino y la inclusión de Campeones, que finalmente ganó como mejor película mientras Sorogoyen triunfó con 7 premios Goya, incluyendo la mejor dirección.
Un resultado similar a Los Forqué, que sólo fueron retransmitidos por Youtube), con la Academia de las Artes Cinematográficas dejando fuera de juego a nombres como Rosales o Lenine, y ciertas películas que podrían haber optado al menos a alguna candidatura (que sí recibieron en esos galardones de los productores y la prensa).
Pero no olvidemos que el arte del cine también es una industria y en esta 33ª Edición ya deberíamos tener la suficientemente experiencia para entender que además, es un negocio que ha de ser premiado -y recordamos que algo parecido ocurrió con La librería de Coixet, que aunque no fue la mejor cinta de su año, terminó consiguiéndolo al serlo en taquilla-.
De alguna manera, los Campeones de Fesser participan en esa misma liga de películas estupendas para toda audiencia. Y si bien no es “el peliculón del año”, pudiendo resultar una historia de superación, pelín manida, llegando hasta a desconcertar por las risas surgidas ante qué o quiénes, ya sólo por contar en igualdad de oportunidades con esos protagonistas discapacitados -perdón, con otras capacidades diagnosticadas-, merece haberse convertido en el filme más visto del año pasado, reafirmándose ahora con este Goya de visibilidad. Ya que si Campeones no hubiera vencido a El reino, se hubiera quedado en la mera anécdota de lo políticamente correcto. Pero con tanto titular como mejor película y sobre su actor revelación, estos Campeones demuestran que una sociedad puede evolucionar, aún empezando por la ficción.
Celebrados en Sevilla por primera vez, por aquello de descentralizar la cultura, y tras el deseado desfile de estilismos en la alfombra roja, arrancaron los Goya 2019 con un divertido clip con los presentadores huyendo por las nefastas críticas recibidas. Pero en la realidad, no fue para tanto.
Andreu Buenafuente y Silvia Abril, conductores de la ceremonia, mantuvieron el tipo hasta en ropa interior -literalmente, se quedaron en faja y calzoncillos- en un gala larga e irregular entre una fanfarria, una tuna, algún chiste político y otros repetidos de los premios Forqué.
Para Buenamente era sus segundos Goya, pero le faltó gracia, mientras todos los gags se los apropiaba esa Abril que hubiera estado magnífica en solitario, reivindicando sororidad (aunque quizá con la presencia de los abanicos rojos del #metoo y algún instante feminista encima del escenario, fuera suficiente para este año)
Una edición que podría pasar desapercibida, aún mejorando la pasada (aquella para olvidar con Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla), salvo por el par de momentazos que nos conmocionaron a todos y todas; la actuación musical de Rosalía, en rojo pasión y acompañada de un orfeón, versionando Me quedo contigo de Los Chunguitos -que aparecía en Deprisa, deprisa de Saura-. No hay duda del arte de esta chica, que no hace nada malamente. Es más, con este tema detuvo el tiempo y emocionó hasta al aire, en una interpretación que pasará a la historia de la música.
Como el discurso de Jesús Vidal que quedará por siempre en la memoria, cuando tras entregarle el Goya al mejor actor revelacion una emocionada Nathalie Poza -con quien ha hecho teatro-, Vidal, inteligente y tierno, nos desarmó a tod@s; desde la ironía advirtiendo a los académicos por haber premiado a un discapacitado, hasta la profunda congoja que nos provocó al dedicárselo a sus queridos padres, confesando que “sí querría un hijo como yo, por tener unos padres como vosotros”. Directo al corazón y a la cabeza, como en su estupenda interpretación en Campeones. Y es que este chico tiene talento.
Y ese fue el momento de la noche.
No tanto el directo de las canciones nominadas, interrumpido por esa Amaia de OT dando paso a un caos que sólo pudo recuperar Rozalén cantando la que resultó ganadora: Este es el momento, perteneciente a la banda sonora de Campeones, bajo la autoría de Coque Malla, quien dedicó el Goya a su hija y a esos cómicos que han terminado premiándole como músico -porque Malla, de familia de artistas, ya estuvo nominado como actor por Todo es mentira hace muchos años-.
Fue una gala de agradecimientos a padres, madres, hijos e hijas, en un año con películas que tratan la maternidad, la paternidad y el cuidado, desde muy distintas perspectivas.
Ahí está El hijo con un impresionante José Coronado de padre coraje, los recuerdos sobre la nanny de Cuarón en Roma -que amplia su colección de premios con el Goya al mejor film iberoamericano-, o las distantes progenitoras de La enfermedad del domingo y Quién te cantará (con la que se oyeron aplausos cada vez que se mencionaba); ambas en el palmarés sólo por sus interpretaciones femeninas, aún sin ser películas para todos los públicos, parafraseando a Susi Sánchez al recibir su galardón de Mejor Actriz. Mientras Eva Llorach lograba el de Mejor actriz de reparto y a lo Frances McDormand pedía a todas sus compañeras nominadas en cualquier categoría, incluyendo a Penélope Cruz, que se levantaran para ser vistas porque “todavía somos muy pocas”. Llorach es de esas secundarias que de repente consigue la merecida gloria y tú te preguntas, ¿pero dónde ha estado? ‘Trabajando y compaginando otros oficios’, sería probablemente la respuesta.
También para Luis Zahera, quien aún siendo un rostro más conocido, con esos papeles de ‘actor de carácter’, logra por fin su Goya por una sola escena de El reino; acompañado en el mismo film por Antonio de la Torre, que después de doce años nominado y sin parar de currar, ha ganado el cabezón celebrándolo a lo Chiquito y deseando compartirlo con todos, “porque eso es lo mejor de recibir un premio.”
De la Torre optaba igualmente a otro trofeo por su interpretación del preso uruguayo Mújica en La noche de 12 años, que se llevó el Mejor Guión.
Hubo piques desde el principio entre las dos cintas favoritas, con bromas por aquí y por allá, pero fue Sorogoyen quien se puso serio al reconocer Entre dos aguas de Lacuesta, como la mejor película del año.
Y asistimos al colegueo del bueno entre la profesión, junto a la generosidad en muchos de los discursos; como el de Arantxa Echevarría, Goya a la Dirección Novel por Carmen y Lola, dedicándoselo a aquellos y aquellas que rechazan todo lo que significa su película “de gitanas lesbianas”, llena de libertad y amor. Una cinta que además conseguió el Goya de la Actriz Revelación.
La noche avanzaba y el pegamento de los sobres se convertía en protagonista de cada entrega, exigiendo ingenio y justificaciones para poder abrirlo, mientras los premios se sucedían en una puesta en escena a lo Woody Allen, ante la entrada de un cine de esos de cuando todavía se proyectaba en teatros… Y jugando a lo antiguo con la platea en blanco y negro cuando los nominados quedaban señalados en color, nos sorprendieron las chicas Almodóvar entre los asientos, para descubrir después que tendrían su homenaje por los 30 años de Mujeres al borde de un ataque de nervios.
No faltó el recuerdo para los ausentes, con Mariano Barroso insistiendo en la pérdida de Ivonne Blake, su predecesora como presidente de la Academia, y Pedrooo mencionando con cariño a Chus Lampreave.
Mientras el Goya de Honor era recibido por Chicho Ibáñez Serrador, quien no estuvo presente en la sala pero vimos conmovido en un video introducido por Balagueró y Bayona, entre otros; reconociendo la influencia de este maestro del suspense y el thriller, que adelantó maneras de una nueva televisión y arriesgó en Cine (Confieso que aplaudo cada vez que escribo su nombre, porque desde el 1, 2, 3 a ¿Quién puede matar a un niño? ¡ha sido tanto lo que he aprendido, soñado y disfrutado con Chicho!)
Siguiendo por confesiones, volvemos al presidente Barroso, casi recién nombrado, destacando en su speech la naturalidad con la que planteó la necesaria adaptación a las nuevas opciones de visionado -que es como decir que no existe cine sin Netflix. Ni tampoco series-.
Así que probablemente para el próximo año, tendremos nuevos Goyas por y para ese cine televisivo, equiparando más que nunca Los Feroz con Los Globos –y hasta estrenando quizás, lo nuevo de Almodóvar; una serie que si bien no dirige, ha escrito para Netflix-.
-“Nunca pensé que una empresa de reparto pudiera hacer cine. Más bien lo contrario; imaginaba a los del cine siendo repartidores. Ahora, la televisión es el nuevo cine y el cine parece que se hace en serie”-
Y cuánta verdad implican estas palabras del sketch que homenajeó al gran Fernán Gómez, en su papel del profesor rural de La lengua de las mariposas. De lo mejorcito de la gala… Ya que la gracia de Berto Romero y Broncano colgados para entregar un Goya a Superlópez me pareció pesadísima. Y terminé fijándome más en el look, en traje de chaqueta, de la ganadora; de esa primera mujer premiada en nuestro país por los efectos especiales.
Llegando al final, pero no por ser de menor importancia, aparecieron los premios a los cortometrajes. Continuando después por los del diseño de producción y las diversas disciplinas técnicas, quedando entre el reparto de ganadores El hombre que mató a Don Quijote y sobre todo, acaparando demasiados galardones, La sombra de la ley –que si bien no está mal recreando esa Barcelona de los años veinte, otras cintas impresionan más con su vestuario y atrezzo-. Pero de nuevo, quizás, la sombra de la financiación cobra sus posiciones, y en este showbusiness la dificultad de distribución y promoción hace mella en los auténticos reconocimientos.
No obstante, otras veces, el esfuerzo y el tesón alcanzan su recompensa; como esos ocho años de trabajo y complicado proceso para el documental El silencio de otros, que aunque no va a Los Oscar, con este Goya ganado podrá conseguir su imprescindible proyección en los cines y una oportuna taquilla.
Para Hollywood mandamos a Sorogoyen, quien después de estos Goya 2019 comienza reinado… Larga vida, pues, a su corto nominado, Madre, que se convertirá en largo pase lo que pase.
Y sin abandonar maternidades, Silvia Abril se despedía y agradecía el regalo de haber presentado la ceremonia, donde su hija aparecía dormida entre las butacas, en el último plano… Merecido lo que tiene con una entrega de premios de más de tres horas, que duró hasta la madrugá.
Mariló C. Calvo