CHARLAMOS CON PAUL LAVERTY, guionista de El olivo y con el resto del magnífico reparto

Hay quienes le conocemos desde La canción de Carla, su primera película como guionista para Ken Loach, indiscutible referente del cine social y político de la filmografía británica. 

Luego vendrían El viento que agita la cebada, Mi nombre es Joe y En un mundo libre, entre otras. 

Desde hace unos años y con su pareja de hace más de veinte, Icíar Bollaín, también hace cine. Y también la lluvia basada en la crisis-guerra del agua boliviana, jugando al cine dentro del cine mientras se rueda un film sobre el descubrimiento de América, y ahora El Olivoson el par de colaboraciones de estos vasos comunicantes. Además está el documental En tierra extraña, que es la de Laverty, Escocia, donde vive junto a Bollaín, emigrada como tantos otros que aparecen en la cinta; quizás, la más reivindicativa y con una clara intención de denuncia que aún firmándola ella, se intuye mucho de él.

Ambos estrenan El olivo, rodada en la comarca del Bajo Maestrazgo y Alemania. Cargada de simbolismo y a través del árbol, Laverty narra de manera entrañable y luminosa, la vuelta a las raíces familiares, a la tierra. 

Con un mirada tierna de azul en calma, la charla fue un gustazo y una clase magistral de guión.

La Cronosfera – Todo surgió por una noticia local, pero un reportaje en El País fue la raíz de una historia en una zona que ni conocías. 

Paul Laverty – Lo leí hace diez años durante el boom y a veces, es el guión que te elige ti. Había algo en ese artículo que me impactó, que no me dejaba en paz y esa idea de un árbol allá, durante más de dos mil años… El olivo necesita mucho cultivo, mucha dedicación y me imaginaba a esta comunidad y esa relación con el árbol; dando luz, comida y salud a la comunidad y a la vez, ésta cuidándolo. Esa simbiosis me gustó, pero la idea de que alguien rico, con mucho dinero pueda tenerlo porque le gusta el tronco o porque es bonito en el jardín… Y no quiero demonizar a quienes los compraron, pero me impactó. Y después de varios años, estando Icíar con otros proyectos y yo con Ken en otras historias, decidimos visitar esta comarca y ver los árboles en vivo y no en fotos. ¿Sabes? Es muy distinto.  Para mí, por lo menos. Son maravillosos; el tamaño, la textura. Son como esculturas casi de piedra, tan duros y con formas como del cerebro, llenos de curvas, lineas… 

L.C.- Como arrugas y venas, también. 

P.L.– Exacto. Y me imaginaba todo lo que ellos han visto a lo largo del tiempo. Hay un agricultor que me contó que por el boca a boca, algunos soldados en la Guerra Carlista se habían escondido dentro de algunos troncos de olivos y entre los huecos, sobrevivieron… Hay muchos cuentos así que me encantan. Pero claro, hablamos de un guión y tienes que inventar los personajes, pero hay algo en este viaje del árbol… Es una imagen muy fuerte aunque sólo es un árbol, pero es el árbol de la Biblia también, y con este icono pensé que tal vez había una manera de reflexionar sobre las relaciones con la tierra, lo que valoramos realmente.

L.C.- A lo que nos deberíamos agarrar. A quien buen árbol se arrima… ¿Conoces el refrán? 

P.L.- Sí (risas) Todo eso sugiere mucho y los guionistas siempre estamos buscando algo que sugiera. Hicimos una película que se llama Jimmy’s Hall… 

L.C.- Te iba a preguntar por ella ¿ Es la última que has hecho con Ken Loach? Sobre un chaval en Irlanda que crea un club para bailar, un lugar de encuentro… 

P.L.– Así es, pero Ken acaba de terminar otra que vamos a presentar en Cannes la semana que viene. En Jimmy’s Hall el espacio era muy muy chiquitito, muy humilde pero era el único espacio libre para bailar, para pensar, para ser libres realmente. Y cuando un imagen se mantiene con fuerza, es una fuerza más allá de sí mismo, del lugar, del objeto. Y esto ayuda mucho a escribir el guión, a planificarlo, a dar vida al argumento y la película.

L.C.- La película que presentáis en Cannes, ¿tiene que ver con WikiLeaks y Julian Assange? Algo he leído… 

P.L.– Dimos apoyo. Ken y yo estuvimos con él, pero no hemos hecho nada de cine al respecto. Pero hay un proyecto conjunto, creo que también se estrena ahora en Cannes, que es un documental de una norteamericana, buena gente, que la conocemos por la productora. 

L.C.- Hay personas y lugares inspiradores.

P.L.– Así es. Mira, te voy a contar otro cuento. Hablé con gente de la zona que ha sufrido mucho y encontré a un hombre que me tocó mucho. Un agricultor viejo que no podía soportar ver el espacio que quedada de donde arrancaron su árbol y le dolía mirar a ese vacío. Un hombre fuerte, de la tierra y no podía hablar, se le quebraba la voz. Y pensé no es una invención mía, esto es real, porque a veces por no tener la misma lengua y cultura, se mira todo con más cuidado por si estás dejándote algo o no entendiéndolo, pero pasando tiempo con esta persona que fue muy generosa, me dio más confianza para terminar el proyecto. También me encantó hablar con muchos activistas que llevan trabajando más de 30 años para sensibilizar a la población, allá en Valencia, para evitar arrancar estos árboles. Hay que recordar a toda esta gente que inspira como Ramón. Pedro, Enrique… En Castellón ya no se pueden vender, pero en Cataluña siguen haciéndolo. 

Al solecito del Botánico y junto a Lavertyen un lujo de rueda de prensa y jornada de entrevistas (que ahora se llama junket), se cruza Javier Gutiérrez camino a otra ronda de preguntas. Inevitable hablar de él. 

Javier Gutiérrez y Paul Laverty
Javier Gutiérrez y Paul Laverty

P.L.– Es un genio, Javier. Hemos tenido mucha suerte, me encanta su habilidad para pasar de la comedia al drama. Sería muy fácil sobreactuar pero él… Se le nota inteligente. Le vi mucho en el personaje y me cuadraba. 

L.C.- ¿Por qué se llama Alcachofa? Alma es un nombre bonito, es el espíritu de esa tierra, la esencia del film, pero a quién se le ocurrió Alcachofa, ¿a Icíar o a ti?

P.L.– Cuando fui a Benicarló había un festival de alcachofas; ahí está la conexión y lo veía en su camioneta llena de alcachofas, vendiéndolas por todo el lugar. Y además, me suena como alguien un poquito loco y divertido -en ingles, artichoke, suena funny-. Es un hombre que ha trabajado toda su vida también como un loco, pero no le ha ido bien y se miente así mismo. Intenta ser honesto y salvar el error. Quiere a su mujer pero está divorciado. Alcachofa está lleno de contradicciones, es un hombre pequeño buscando su espacio y el sentido en toda esta locura. Y pensé que no podíamos encontrar a alguien que encarnara todas estas contradicciones pero Javier superó todas mis expectativas, tuvimos muchísima suerte. ¡Me dio tanta alergia! Y me sorprendió mucho en las improvisaciones que hizo con Icíar. (Vaya, no soy la única que le adora, me quedo más tranquila)

L.C.- ¿Trabajasteis algo juntos en el guión o cada cual a su oficio? Alguna consulta de personajes masculinos y femeninos, por ejemplo. En el cine de Icíar, las mujeres son siempre muy relevantes.

P.L.– Si vas a escribir el guión, yo no puedo. Puedes comentar en general, obviamente, hemos viajado juntos a la zona pero llega un punto, cuando tienes que plasmar los personajes que no puedes hacerlo desde una decisión yo a los hombres y tú a las mujeres… Yo no se de dónde salió Alma, por ejemplo…

L.C.- Me recuerda a Icíar. No se si te lo parece… Su mirada, su sonrisa, ¿la voz? Hay algo…

P.L.- Es curioso, otro periodista me lo ha comentado hoy pero yo todavía no lo he visto (risas)  Escribiendo el guión, no había esta conexión; es interesante, quizá subliminalmente, la identifico con Anna. Es una chica lista, muy actriz…

L.C.- Anna está muy bien y es un personaje que podría resultar caprichoso. Pero Pep también está estupendo y qué me dices de Manuel.   

P.L.– Han hecho un casting buenísimo, la verdad. Todos están muy bien. Mireia (directora casting) e Icíar eligieron muy bien… Me gustan mucho, también, las contradicciones de Alma. Es una chica que miente, muy manipuladora pero también tiene ternura, sobre todo para su abuelo. Y coraje. Y eso es muy importante; hay gente que tiene la capacidad de empezar algo y contagiarlo, Hay gente así, con ese talento para empezar cosas, que se lanzan aunque no saben la solución… Pasa en política ahora, ya está pasando. Hace cinco años no existía Podemos y aunque ahora hay mucho debate sobre sus logros y sus debilidades, pero estaban ahí, también invadieron esa Plaza del Sol y eso es super importante… Que si no saben lo que quieren, que si hay mezcla de cosas, que si tienen muchas contradicciones, pero no importa ¡Están empezando algo! Y también han decidido que hay algo super mal y que necesitamos analizarlo. Hay muchas respuestas para esta realidad pero por lo menos, hay un deseo de cambiarla de alguna manera y eso me encanta.

Icíar Bollaín y Manuel, el abuelo de El olivo
Icíar Bollaín y Manuel, el abuelo de El olivo

L.C.- Como la idea de renovación en El Olivo y a ver si esta vez lo hacemos mejor.

P.L.– Esa idea de cómo vamos a ser y estar dentro de dos mil años, es una locura de una niña pero la reflexión de la renovación es muy importante. Enfrentarnos al pasado y buscar otra manera de quedarnos, es una pregunta importante. Nunca ha habido tanta concentración de poder político y económico en tan pocas manos, la de unos poderosos que no permiten la idea de renovación. Estamos viviendo tiempos super importantes y muy críticos.

L.C. El Olivo es un puñetazo al estómago, pero no abandona la sonrisa y es esperanzadora. Hay momentos duros, algunos casi se enuncian, no hace falta más y se aparcan. Podrías haber optado más por el drama, pero creo que trabajando con Icíar tus guiones son más optimistas, de un Laverty más vitalista que antaño o junto a Ken Loach. ¿Puede ser?

P.L.– Puede ser, sí, pero la verdad es que cuando estás metido en el guión tienes que seguir a los personajes y no olvidar la premisa, no puedes anticipar ni decir esto va a ser así. Tienes que ser fiel y seguirles en su viaje y llega un punto que se convierte en orgánico. Las tragedias tienen su fuerza, una fuerza que me gusta y no tengo miedo a la tragedia porque la vida es dramática, pero hay muchas maneras de construir los guiones. No puedes siempre pegar el mismo discurso o lanzar el mismo tono y porque es cine social parece que… No soy fan de las etiquetas, no me gustan. No se, es como algunas películas super de derechas en Estados Unidos y son puro entretenimiento ¿Conoces Selma?

L.C.- ¿Aquella sobre la marcha para conseguir el derecho al voto de los negros? 

P.L.– Esa. ¿Es cine político?, ¿es social? Tienes que analizar una historia. En El olivo, por ejemplo, es una chica que trabaja en una granja de pollos; es un trabajo humilde pero ella es explosiva, tiene mucha personalidad y fuerza… Pero si hubiera alguien del pueblo que fuera policía y la producción de la película con más dinero y casi americana, pues a lo mejor sería un thrillerNo me gustan las etiquetas porque en una historia hay niveles, todo está mezclado.

L.C.- Como El Olivo que es sencilla y tierna pero con distintas capas y pliegues. 

P.L.– ¿Capas? Me gusta la palabra, gracias. En El Olivo hay capas porque hay comedia y hay drama; hay chiste en la tragedia. La vida es eso exactamente. Siempre hay gente que pasa dificultades y siempre hay carcajadas. No hay santos ni diablos, la vida tiene mucha más mezcla.

L.C.- Para terminar, Paul, ¿cómo se gestionó arrancar el olivo?

P.L.– Fue muy poético. Hubo un molde, muy trabajado. Había gente con mucha habilidad que cubrieron todo el árbol con capas -sí, también- de silicona, muchas, muchas y de diferentes colores. Fue super complejo pero eran maestros. Y luego había diferentes hojas y había que ponerlas y ver qué tamaño tenía… Eso fue divertido, durante la fabricación del molde le preguntaron a Icíar ¿qué quieres un gato o una pantera? Pero mejor habla con ella que fue quien se enfrentó a todos esos problemas gordos. Yo hice lo más fácil frente al papel.

L.C.- Comenzaste la historia. Recién hablamos del quienes tienen talento para empezar algo, ¿no habíamos quedado que es importante? 

Iciar Bollain y Paul Laverty
Iciar Bollain y Paul Laverty

Y nos despedimos y nos re-encontramos con Javier Gutiérrez que asiste a la última mesa redonda del día, en la cual también participamos. No podíamos dejar pasar la oportunidad de compartir alguna anécdota más del rodaje con Anna Castillo y Pep Ambrós. Apuntamos alguna cuestión comentada. 

Anna– Estamos encantados.

Javier– Nos ha quedado bonita, está mal que yo lo diga pero…

Pep– Además el mensaje de la película es creer que se puede hacer un mundo mejor, que se pueden hacer muchas cosas, que se tienen que luchar pero que si se persiguen las cosas, los sueños y las ambiciones, se pueden conseguir. Es una oda muy bonita a la esperanza y que te puede emocionar en muchos sentidos. Es un sí se puede; se puede hacer un mundo mas justo, quizá…

Anna– Lo ha explicado muy bien. Yo no puedo añadir nada más.

Javier– Tiene muchas lecturas y cada espectador es un mundo. Unos se quedarán con lo familiar, otros con lo ecológico, otros con que el país está hecho unos zorros, o la responsabilidad de los ciudadanos y la responsabilidad de los gobernantes… Es cierto que hay una plano muy de las raíces, lo rural, el paisaje… Pero a mi me gusta mucho el social y como el sistema ha tratado varias generaciones, de las tropelías del boom inmobiliario… 

Anna– Eso es, cada uno verá su batalla. 

La Cronosfera- Tuvisteis relación con los habitantes de la zona. Quizá, Anna más por su relación con el abuelo, que no es actor profesional. ¿Cómo fue trabajar con él?

Anna– Pues muy fácil. Manuel es un hombre de campo. De hecho, Mireia (Mireia Juárez, directora de casting) e Icíar, le vieron bajar de su tractor y le hicieron una prueba. Le preguntaron también qué opinaba del tema y lo defendió con tal pasión que dijeron ¡es él! Además tiene nietas, a las que ha criado y puede ser perfectamente Ramón, el abuelo de la peli. Es su vida. Y es un señor muy intuitivo y relajado. Fue muy cómodo trabajar con él, tiene mucha empatía. Y además, como actor, se le olvidaban las cámaras…

Javier– Hasta el punto que él hacia buena su primera toma y los demás no (risas) Recordaré siempre el primer día de rodaje. Yo rodaba con mis hermanos y con él, mi padre, e Iciar chutó la cámara hacia él para que estuviera más fresco y no se cansara. No le había dado guión, sólo unas pautas y a nosotros nos dijo que fuéramos colando nuestras frases. Y Manuel habló como si fuera su olivo y hace una trabajo de Stanislavski con una magnitud… Lo hizo a la primera y tan bien, que no pudimos decir lo nuestro e Icíar se puso a llorar. Yo creo que se dio cuenta que tenia peli cuando vio a Manuel, que de manera natural sabe el sentido de la película, del personaje. Y además, hay que tener esas manos, esa cara… Eso te lo da la vida (imitándole entre risas) 

L.C.- Pep, has trabajado sobre todo en teatro y ésta es tu primera película. Para Anna, su tercera. Icíar también es actriz, ¿cómo fue la experiencia con ella dirigiendo?

Anna– Muy buena. Me sentí muy arropada y me ha cuidado mucho. Da mucha confianza y me resultó fácil y ligero gracias a ella. Pensé que iba ser un rodaje duro, pero fue más sencillo. Una maravilla. 

Pep– Tenia clara la peli. Que sea actriz ayuda porque te da las directrices concretas, conoce el mecanismo delante la cámara y sabe que trata con material sensible, pero confia en los actores para arriesgar, para jugar…

Javier– Al punto que no le gusta mucho ensayar. Confiaba en las tomas del rodaje y llegábamos al pueblo y venga, una secuencia y la siguiente y va otra… 

L.C.- Asi que hubo pocas tomas. 

Pep– Pocas tomas pero muchos planos. 

Icíar Bollaín en el rodaje de El Olivo
Icíar Bollaín en el rodaje de El Olivo

Anna- A mi me preguntó ¿eres de primera toma o de ir cargándote? Pues no lo se, le dije, ya veremos y he descubierto con esta peli que soy de primeras tomas (risas) Me lanzo y… Ella es muy considerada con los primeros planos, me cuidaba mucho… El otro día con una amigo viendo fotos de El Sur, me vi parecido (vaya, coincidimos en percepcióny hoy me lo han comentado. Es un halago pero creo que es porque he mimetizado su energía. 

Javier– Es cierto que Icíar de jovencita podría haber hecho El olivo como actriz. Tiene ese humor y esa fuerza muy poderosa… Y a veces impone. Es muy buena directora y tiene mucha sensibilidad. Es mujer y creo que El Olivo dirigido por un hombre hubiera sido muy distinto… En toda su filmografía, si os fijáis en los personajes, ya sea hombre o mujer, los dota de humanidad. Incluso en el personaje de Luís Tosar como maltratador, busca las esquinas de un tipo en permanente conflicto con lo que más quiere, que está destruyendo… Y en ésta, desde la sencillez de un árbol, desde la Naturaleza y gracias al guión de Paul Laverty consigue… 

Anna– Yo cuando lo leí, me dejó muy tocada. Me acuerdo que estaba en un restaurante y lloré. Toda la relación con su abuelo, ese amor incondicional y toda la lucha…

Pep– Yo lo vi como la quijotada que bien dice Icíar y nosotros los Sanchos que van a Dusseldorf a buscar el árbol. Pero cuando he visto la película se me ha dimensionado un mundo con muchas capas, más que cuando lo leí…

L.C.- También es una road movie, ¿qué tal en Alemania, cómo fue el rodaje allí?

Anna– Comíamos mucho. Allí además del catering, te tomas una sopa de chili picante o de champiñones… 

Pep– Y luego hay chuches y chocolatinas por todas partes.

L.C.- Entonces la escena del bocadillo enfrente de la multinacional seria de una sola toma, ¿valió la primera? 

Anna– No podíamos más… (risas) ¡No paran de comer!

Javier– Y en contra de lo que se piensa, no es un país tan eficiente. Son muy cuadriculados, es cierto, pero son lentos… Queda algo patriótico (risas), pero cuando tuvimos que volver a Alemania costó pillar el ritmo de trabajo que ya teníamos. Y era un problema de producción allá porque éramos el mismo reparto, el mismo equipo, los mismos… Que lo alemán, a veces, no… ¡Que ha tenido que irse Pep para el Bayern! (risas) 

L.C.- ¿Qué tenéis en común con vuestros personajes?

Anna– No me siento identificada con Alma porque creo que estoy más sana mentalmente, pero inevitablemente el personaje si lo hubiera interpretado otra chavala sería distinto, porque he puesto mucho mío. No soy tan contenida, ella no muestra debilidad ni llora, yo soy una magdalena…

L.C.- Rafa, el personaje de Pep si que es contenido… 

Anna– Yo luché por besos.

Pep– Fuera del set, también (risas) 

Anna– Es que me daba pena la relación inacabada de Rafa y Alma. 

Pep– En estos personajes comedidos siempre hay algún momento -y a lo mejor suena mal, pero es verdad- que piensas en poder lucirte. Y de repente te das cuenta que querer mostrarte va en contra del oficio, de la historia, de la película. Hay que leer mucho al personaje y entender qué le pasa y qué hace. Y este es un personaje que no habla, bueno, habla mucho sin hablar.

Javier– Es muy difícil de hacer. Cuando se empieza en el cine siempre te dicen, menos es más, porque los actores tendemos a hacer muchas cosas, cuantas más mejor, crees, pero luego lo entiendes. Y en ese sentido, el trabajo de Pep es muy bueno porque desde la contención, le dota de verdad.

Pep– Me ayudó mucho Icíar, me guiaba a entender esos silencios. El currazo era entenderlos y llenarlos.

L.C.- ¿Y qué tal los dos trabajando con Javier? 

Anna– Para estar empezando también, lo defiende bastante bien (risas)

Pep– Ha hecho tanto teatro… Y antes de que todo el mundo le conociera por el cine y la tele, yo de pequeñito, ya le vi en Hamelin y me decía pero quién es este tío tan brillante Me perdí La boda de Alejandro y Ana pero el monólogo de Javi, vestido de gallega lavando platos… Yo se lo recomiendo a todos mis compañeros. Está entero en youtube y es una autentica master class de la interpretación (y aquí, el enlace de la función completa) Trabajar con el tío al que admiras y a los dos días de conocerle que ya sea colega, pues la admiración crece y aprender es constante.   

Anna– Es lo mejor que nos podía pasar. Trabajar con Javi como actor y además como persona… Yo estaba acojonada cuando empezamos la película y él me arropó mucho. Ha sido un regalo. 

Como todo el día con el equipo de El olivo. 

Y recuerden, si pasan por Levante o Aragón, paren a ver los árboles y no dejen de probar el aceite de la mancomunidad Taula del Sénia, una delicia y otro regalazo. 

 

Mariló C. Calvo

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