THE INNOCENTS: ¿Quién puede matar a un niño?

En The innocents niños de verdad tienen poderes de verdad. No son superhéroes salidos de las páginas de un cómic y vestidos de manera estrafalaria con colores llamativos y haciendo poses extrañas con los brazos. Son niños que juegan en el parque y que le ocultan a sus padres sus capacidades. Hasta que éstas empiezan a salir a la luz a medida que se van perfilando. Y no son precisamente para salvar a la humanidad.

Escrita y dirigida por el noruego Eskil Vogt, el mismo responsable de los guiones de Thelma o de La peor persona del mundo, así como de Blind, su magnífica ópera prima, estos inocentes que nos presenta ahora son todo menos eso. Que se trate de niños no significa que sean inocentes. El título es muy paradójico. Cuando Chicho Ibáñez Serrador preguntaba ¿Quién puede matar a un niño? ya lo afirmaba, y The innocents se lo sigue preguntando.

Un momento inquietante de una película inquietante

En esta película se unifica el terror con el fantástico, ambos de la manera más sutil y a la vez descarnada, paso a paso, sin prisa pero sin pausa. Cuatro niños que entablan amistad de la manera más dispar en un barrio nórdico durante un verano en el que poco tienen que hacer y nada bueno se les ocurre. Al fin y al cabo, son niños.

Gracias a Spider-Man aprendimos que ‘un gran poder conlleva una gran responsabilidad’. Hay que usar bien aquel don que ha sido otorgado. Hay quien hace buen uso y quien lo retuerce para lograr el mayor daño posible. Y a ese quién hay que detenerlo. No solo hay supervillanos en los cómics.

The Innocents nos cuenta la historia de estos cuatro amigos tan peculiares, de sus relaciones tan llamativas y especiales, y del peligro que entraña que sus comportamientos se desaten. Vogt nos introduce en un mundo aparentemente tranquilo en el que el mal no se ve venir. Y eso da miedo. Y contarlo con naturalidad, como él lo hace, es aún más espeluznante. La naturalidad de Petit Maman con una maldad inusual, inaudita.

A The innocents le perjudican dos cosas: el uso racial del lado oscuro, que ya bastante racismo hay en el mundo como para alimentarlo, y el año de retraso que lleva su estreno. Se presentó en España en el pasado festival de Sitges, donde obtuvo la Mención Especial del Jurado, y previamente ya había deslumbrado en el festival de Cannes, en la sección Una Cierta Mirada. Una película pequeña que llega ahora a su comercialización legal en nuestro país y que merece todo el éxito que pueda cosechar. Se estrena con el aura de ser una película de culto y una vez vista se entiende por qué. Está completamente justificado que lo sea. Es, sencillamente, prodigiosa.

Silvia García Jerez

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