PAN DE LIMÓN CON SEMILLAS DE AMAPOLA
Pan de limón con semillas de amapola es una película tan deliciosa como su título, que a su vez es el mismo que el de la novela en que se basa, escrita por Cristina Campos.
Se trata de la adaptación a la gran pantalla de una reunión familiar, la de dos hermanas, cada una con una vida completamente distinta que, debido a una herencia en un pueblecito de Mallorca, se reúnen tras muchos años sin verse nada más que por videollamada.
Anna (Eva Martín), ha llevado siempre una vida acomodada, con un marido (Pere Arquillué) con el que ahora guarda las apariencias pero al que no le une nada más que el ser el padre de su hija, con la que tampoco tiene la mejor de las relaciones.
Marina (Elia Galera) es una mujer independiente que trabaja en una ONG ayudando a los más desfavorecidos y que tiene un novio, Mathias (Tommy Schlesser), con el que no quiere casarse porque considera que ya están bien así, no porque no le quiera lo suficiente.
En su trabajo como ginecóloga un día le toca realizar una cesárea a una prostituta que llega moribunda y cuya hija no tendrá a nadie que la cuide. El protocolo dice que hay que entregarla a un orfanato, pero Marina se queda prendada de ella desde que la ayuda a nacer y tendrá a la pequeña como un objetivo, algo que no casa con sus planes de pareja con Mathias.
Los conflictos familiares, junto a los de la panadería que heredan, en la que siempre ha trabajado Catalina (Claudia Fazi) y que ahora será de las hermanas, centra los núcleos de una historia con sabor a harina y a rencor por las cosas que, no habiéndose dicho antes, salen ahora a la luz.
Pan de limón con semillas de amapola supone, de nuevo, un acercamiento por parte de Benito Zambrano al universo femenino. Es una historia de mujeres donde los hombres han sido, y son, indeseables. Donde las mujeres han sufrido las consecuencias de sus actos, de los tiempos en los que les tocó vivir y de las malas praxis que ahora están más de moda. A excepción de uno de ellos, Mathias, el novio de Marina, un chico extranjero que habla más inglés que español, los de aquí son mezquinos y se han visto superados por las circunstancias. Cuando no las han abrazado encantados.
Es una película a la que podría achacársele ser un telefilme. Cierto es que tiene ese alma, con el culebrón familiar que la atraviesa, pero Benito Zambrano, hombre experto en convertir los sentimientos en arte -ya lo hizo con La voz dormida, basada en la novela de Dulce Chacón, donde también las protagonistas eran dos hermanas-, toca otra vez la gloria con este acercamiento a los problemas de estas otras.
Lo que puede parecer un culebrón tiene una entidad narrativa que la aleja de ellos, unos personajes actualizados en un feminismo contemporáneo que embravece a las mujeres que lo llevan a cabo, que son fuertes frente a los hombres, que no se dejan dominar, y consiguen lo que es justo sin aceptar lo que se les impone. Una auténtica lección de vida para poder salir adelante con las suyas.
Pan de limón con semillas de amapola cuenta con un ritmo pausado pero sin dejar de ofrecer a cada momento retazos de lo que la historia necesita para avanzar, para no estancarse nunca y que vayamos sabiendo más del misterio que rodea a esa panadería de la que poco a poco vamos descubriendo sus sombras. Un sitio precioso con una leyenda negra que nos va a dejar atónitos, una verdad de esas que son losas que cuando las levantas y las iluminas, llegando a ver su contenido, entendemos el terrible pasado que lo acompaña.
En ese pasado siempre ha estado Catalina, a la que interpreta Claudia Fazi en el que es su primer trabajo destacable en el cine. Catalina, la amiga fiel, la que nunca delata, la que siempre defiende, personaje arisco con motivo, amable cuando puede y encantadora en el momento en que ya no hay por qué no serlo, es el pegamento de esas dos hermanas y de las mujeres que están a sus lados. Fazi es un descubrimiento asombroso a la que seguir de cerca porque su potencia en la pantalla es capaz de conquistarte aunque te produzca rechazo cuando es menos propicia a la camaradería que deviene en confidencias. La interpretación de Claudia es un prodigio, de esas que en una película inolvidable es la que menos se olvida.
Porque sí, es una película inolvidable. Benito Zambrano sigue sin tener una grieta en su filmografía. La última maravilla que estrenó fue Intemperie, otra adaptación de una novela, de Jesús Carrasco en ese caso, y ahora le toca el turno a esta otra, Pan de limón con semillas de amapola, una preciosidad que habla un poco de todo: de corrupción, sanidad, pública y privada, de recetas de cocina, del sistema de adopción… un telefilm no llega tan lejos.
Silvia García Jerez