NO RESPIRES 2: Retorciendo la grandeza
No respires 2 nace de la grandeza con la que la primera entrega triunfó en taquilla en 2016. No respires era una original propuesta, bañada en terror y sordidez, que jugaba con los personajes y con el espectador gracias a esa cámara infrarroja con la que el protagonista, un ex marine ciego, hace experimentar a los invasores de su hogar, unos jovencitos incautos que pretenden robarle, la nula visibilidad que él mismo tiene.
Aquella primera entrega fue una genialidad, un entretenimiento de primer orden mezclado con el lado oscuro de un hombre que tampoco era lo que parecía. Con esos mimbres, Fede Álvarez dirigió una película que funcionó sin quedar en el imaginario colectivo como una obra imprescindible. No era el caso de Babadook o Midsommar, que, gustaran luego o no, siempre estaban en las recomendaciones de quienes solicitaran un título a descubrir. Pero No respires nunca entraba en esas listas. Y lo cierto es que no había razón para eliminarla, estaba a la altura de las ya citadas.
Eso sí, a pesar de no encontrarse entre ellas, ahora que llega su segunda parte todos entienden que se haya hecho. De una primera gran película, y tal y como funciona hoy la industria, la segunda tenía que materializarse. Y por supuesto que se rodó.
Y más valía que le hubieran dado un par de vueltas al guión.
No respires 2 retoma a su personaje estrella, al ex marine ciego, interpretado por Stephen Lang, y lo expone a una nueva situación. Otra intrusión en su casa, pero esta vez para un propósito muy distinto: ahora la idea es robarle, pero a su hija Phoenix (Madelyn Grace).
Como siempre, las cosas no irán como estaban previstas. El hombre ciego sigue teniendo todos los recursos posibles, tanto materiales como en lo que a su astucia se refiere, y mientras le va siendo posible se defiende bien de sus atacantes.
Pero los avatares de la historia le deparan un giro con el que no contaba, y a partir de entonces Phoenix y él se van a enfrentar a una nueva amenaza, al terror real por el que han sido atacados, algo que es peor que lo que habitara en sus peores pesadillas.
Con este argumento, No respires 2 debería superar a la primera con holgura, pero no lo hace. De hecho, consigue todo lo contrario: ser tediosa, pesada, no aportar nada nuevo mientras va bajando el nivel que pensábamos que tendría.
En realidad, nada nuevo no, no es exacto. Aporta un punto de vista desconocido respecto a la primera entrega, en la que ya quedaba claro que el hombre ciego era un personaje tan oscuro como lo que ve. En esta segunda parte nuestro héroe no sale mejor parado, todo lo contrario. Su imagen es susceptible de empeorar hasta el punto de que su moral quede en entredicho y por debajo del umbral que se le permite a un héroe.
Aquí se encuentra el detalle que salva No respires 2 de obtener la peor calificación posible. Y es que esta película demuestra que a lo mejor el héroe puede no ser tan inmaculado como se espera en el cine, que tiene aristas, igual que en la vida, y que a pesar de contar con un pasado y de hacer cosas ciertamente reprochables, aún puede ser un personaje admirable.
Porque no será un modelo a seguir pero tiene sus razones para hacer lo que hace, y nosotros nuestros motivos para tenerle cariño. Se puede ser mala persona y contar con habilidades para la lucha, respondiendo así al modelo que el cine necesita para salir de un asedio cada vez más violento.
Es decir, No respires 2 plantea darle la vuelta al bueno para mostrárnoslo como un hombre vulnerable capaz de hacer cualquier cosa para lograr su propósito, ya sea material o emocional. Ahora le toca al público ponerse de su lado o rechazarlo.
Qué harías tú, o qué habrías hecho tú en su lugar. Es importante la empatía para no encararse con él a medida que vamos profundizando en su historial. Por eso no juzgarle es más complicado de lo que parece, y tener delante un personaje tan negativo es un aliciente para valorar una conducta tras la que se esconden múltiples capas.
No respires 2 la produce Fede Álvarez pero la dirige Rodo Sayagues, coproductor y coguionista de la predecesora que realiza aquí su primera incursión dando órdenes tras la cámara.
En esta ocasión, parte de episodios oscuros para ir profundizando en las cicatrices que dejan. En este caso lo hace con violencia, entrando de lleno en el género de la acción y extendiendo sus tentáculos hacia el thriller, ese comodín en el que son encasilladas muchas películas que no siempre acaban de encajar en él, aunque compartan elementos.
Pero si a No respires 2 le quitamos la atmósfera opresiva con tintes de cine de terror y acción y contamos la misma historia, ésta se transforma en un potente drama en el que todos los personajes, no solo el del protagonista, tienen algo que ocultar o algo por descubrir. Son perfiles a los que humanizar más allá del blanco y el negro, es decir, con los matices de los que todos estamos compuestos.
Por eso, como cine, No respires 2 es un bajón con respecto a su primera entrega, una decepción enorme que retuerce la grandeza de su antecesora para convertirla en un producto alejado de la gran película de la que parte. Pero como acercamiento humano a un cuadro de psicología compleja es una muestra de lo más interesante que vale la pena para explorar las profundidades que nos acechan, tanto cerca de nosotros como en la sociedad en la que todos vivimos, nosotros y ellos.
Silvia García Jerez