LA NIÑA DE LA COMUNIÓN:

»Se ha perdido. Está sola y tiene frío.’ Ese es el eslogan promocional de La niña de la comunión, producción de Warner Bros. España dirigida por Víctor García, quien ya fue responsable de Return to house on Hounted Hill o Reflejos 2, la secuela de la estremecedora película protagonizada por Kiefer Sutherland, ambas estrenadas directamente en vídeo, pero que le dieron a Víctor la experiencia suficiente como para poder rodar La niña de la comunión con la solvencia y la contundencia dentro del género que la cinta puede presumir de tener.

Cuenta la historia de Sara (Carla Campra), una joven que, a finales de los 80, acaba de llegar a un pueblo de Tarragona y, con la intención de integrarse, se propone salir de fiesta con su amiga Rebe (Aina Quiñones), una chica mucho más lanzada que ella para todo.

Tras una noche de juerga, con éxtasis y ligoteo incluido, las dos se meten en el coche de dos chicos del pueblo y los cuatro se cruzan con una figura, medio real medio fantasmagórica, vestida de comunión. Al bajar del coche, Sara encuentra la muñeca que la figura llevaba tirada en el bosque y decide llevársela, metiéndola en el bolso para enseñársela a quien pueda darle algún dato sobre ella.

Pero lo que ella cree, porque sabe que no se ha inventado lo que vio, que está siendo una pregunta casual, en realidad no hace sino alarmar a quienes ven la muñeca. En el pueblo saben algo y no parece que nadie quiera contarle de qué se trata. Mientras tanto, Sara va sufriendo los estragos de haberse cruzado con La niña de la comunión.

Sara (Carla Campra), a la derecha de la imagen,
con su amiga Rebe y su hermana pequeña

La niña de la comunión es una película de terror que desde el comienzo ya funciona bien. Una actualización de la leyenda urbana ‘la chica de la curva’ con buena atmósfera, tensión, personajes muy bien escritos, actores espléndidos, muy naturales e incluso divertidos por momentos… todo parece encajar en esta cinta, cuyo guión original está firmado por Guillem Clua, reconocido autor teatral -por ejemplo en el caso de La Golondrina– y responsable de la adaptación al cine de Los renglones torcidos de Dios.

La frescura de La niña de la comunión es llamativa y no solo en cuanto a que los actores estén especialmente admirables, como en el caso de Carla Campra, a quien ya vimos como hija de Penélope Cruz en Todos lo saben. Es que también recordamos cientos de películas de terror y muchas de ellas dejan la misma sensación a ya conocido, no nos aportan nada. En la que nos ocupa, todo parece nuevo, aunque no lo sea, pero la manera de contarla es muy atractiva, ofreciéndonos una iconografía muy interesante de los estragos que va dejando la maldición por el cuerpo de quien ha visto a la niña. Además, mide muy bien el tempo a la hora de ir dándonos pistas sobre qué está pasando y dejando otras falsas por el camino para que no nos confiemos. Aquí ningún personaje es lo que parece.

Solo hay una pega que ponerle a esta estupenda película: el desenlace. No me refiero al hecho de que copie a otro mítico título de terror, del año 1998, eso no es impedimento para resultar brillante, sino el verdadero desenlace, que deja con más preguntas que respuestas. Una lástima que no la cierre bien cuando el resto ha sido ejemplar. Aún así, La niña de la comunión es un ejercicio de cine muy potente, con unos actores fabulosos, incluyendo a la hermana pequeña de la protagonista, que puede decir con orgullo que será una de las grandes películas de terror de este 2023.

Silvia García Jerez

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