MALA PERSONA: Torrente de genialidad
En tiempos de humor de brocha gorda resulta maravilloso encontrarse con comedias como Mala persona, que lo es sin necesidad de recurrir al mal gusto o al chiste fácil y zafio. Y eso, que tan sencillo parece, en realidad es muy complicado. Hay que tener mucho talento para poder realizar una comedia de altura, pero cuando un guión se basa en una idea de Diego San José, lo menos que puede esperarse es algo brillante.
Junto Borja Cobeaga o Juan Cavestany en el equipo de guionistas, Diego San José siempre ha demostrado ser un genio de la comedia. como con Ocho apellidos vascos con el primero o el tríptico político Vota Juan, Venga Juan y Vamos Juan con el segundo. Ahora, Diego San José aporta la idea pero el guión lo escriben Santos Mercero y Daniel Padró y el resultado también merece aplausos. Muchos. Una ovación incluso.
Mala persona cuenta la historia de Pepe (Arturo Valls), un hombre corriente, de barrio, al que todos los vecinos aprecian por su bondad. Empezando por su mujer (Malena Alterio), que lo adora, Pepe es un tipo atento, cariñoso, siempre con una buena palabra para todos y dispuesto a los actos más altruistas. Pero cuando le diagnostican un tumor cerebral terminal decide cambiar radicalmente para que todos los que lo quieren empiecen a odiarlo. De esta forma, cuando se muera a nadie le dará pena. Nadie sufrirá por él.
La idea es retorcida pero hay que reconocer que da juego para la comedia. Y mucho más cuando comprobamos hasta qué punto las situaciones más rocambolescas se acaban dando cita en la pantalla a medida que el plan de su abogado (Julián Villagrán) de convertirlo en una mala persona, a petición del propio Pepe, que no sabe por dónde empezar, va dando el resultado que se espera. Si quieres ser malo, tienes que serlo. A todos los niveles: desde esa anciana a la que ayudas a cruzar el paso de cebra hasta las redes sociales. Con las consecuencias que eso implica.
Y está todo muy bien hilado en Mala persona, con momentos muy brillantes como los que tienen lugar en el banco o con los nuevos amigos que termina haciendo este pobre hombre, sin pretenderlo, pero que tan útiles le acaban resultando. Cada situación es más tremenda que la anterior, el nivel de la comedia disparándose a cotas majestuosas.
Arturo Valls, protagonista de este embrollo está espléndido como esa buenísima persona que no quiere cambiar pero que se ve obligado a hacerlo. Su interpretación funciona sobre todo cuando muestra esa dicotomía entre quien es y quien no quiere ser. Y en la lucha con su suegra, que lo detesta y no se corta a la hora de demostrarlo. También entre estos dos personajes, aunque tengan pocas interacciones, estalla la comedia, al igual que lo hace con las escenas que tiene junto a un Julián Villagrán en estado de gracia. El abogado al que da vida es un liante y Villagrán le otorga una dimensión apoteósica creando un personaje secundario de los que merecen todos los premios del mundo. Pero hablamos del género de la comedia, a la que academias y gremios históricamente le tienen alergia…
Otro elemento a admirar en Mala persona es su estructura narrativa. El guión, y la eficaz dirección de Fer García-Ruiz, nos presentan a Pepe en el presente, cuando ya es una persona detestada en el barrio, y nos va a ir contando, a modo de flasbacks intercalados en el discurso homilía del padre Héctor (José Corbacho) la historia de Pepe y su transformación hacia la maldad más rotunda. Esto confronta lo que vamos viendo con lo que vamos sabiendo por el relato del cura, con lo que la diversión aumenta.
Sí, Mala persona es una película brillante. Tiene frases impecables que son sentencias abrumadoras, como la de ese personaje que afirma que en el pasado tuvo un trabajo mucho más humillante que el que tiene en el presente, ya de por sí bastante ridículo. Y cuenta con escenas para el recuerdo que se acumulan en la memoria, porque son muchas y variadas. Es lo que ocurre cuando el guión es redondo, que el conjunto sale muy beneficiado gracias a ese torrente de genialidad, de buenas ideas bien pensadas y mejor ejecutadas. De este modo, Mala persona se convierte en una de las comedias imprescindibles del año, una cinta que nos invita a reír y a comprobar hasta qué punto sus autores honran al género como éste se merece, dando como resultado un título que acaba siendo arte en estado puro.
Silvia García Jerez