LOS QUE SE QUEDAN: Navidades en soledad

Si tienes vacaciones de Navidad pero no vas a salir del instituto en el que estás internado, eres de ‘Los que se quedan’ en él porque nadie viene a buscarte para pasar esos días con la familia. Es el caso de Angus Tully (Dominic Sessa), un joven conflictivo que, como casi todos sus compañeros, como estudiante deja mucho que desear y mira de reojo a su profesor de Historia, Paul Hunham (Paul Giamatti), un hombre solitario tan apasionado de la asignatura que imparte que no es capaz de empatizar sino con las figuras que aparecen en esos libros. Con nadie real, por eso él también es de ‘Los que se quedan’ y pasan la Navidad en el instituto.

Junto a ellos, Mary Lamb (Da´Vine Joy Randolph), la cocinera del lugar, que también está sola, pasando el duelo de la pérdida de su hijo, pero siendo el punto de apoyo del profesor y tratando de ser lo más comprensiva posible con el alumno con el que Paul no acaba de llevarse bien. Los tres tendrán que convivir en este periodo, hasta el regreso de los estudiantes que sí se han marchado a casa, y en ese tiempo van a darse cuenta de muchas cosas que no conocían, tanto del otro como de sí mismos. Los que se quedan es un auténtico viaje interior para todos ellos.

Angus Tully (Dominic Sessa) y Mary Lamb (Da´Vine Joy Randoplh), 
estudiante y cocinera del instituto donde transcurre la cinta Los que se quedan
Angus Tully (Dominic Sessa) y Mary Lamb (Da´Vine Joy Randoplh),
estudiante y cocinera del instituto donde transcurre la cinta

Los que se quedan es un guión original de David Hemingson, profesional curtido en la producción y la escritura de series y películas para la televisión para el cual éste es su primer trabajo de cara a la gran pantalla, y nada menos que ha sido dirigido por Alexander Payne y, de nuevo, producido por él mismo. Payne, responsable de la conocida Entre copas y de las sensacionales Election, Nebraska o Los descendientes, se hace con los mandos de esta historia íntima en tan enorme emplazamiento y la llena de humor y de melancolía. Y sobre todo de ternura.

Porque la historia de Los que se quedan es amarga, con personajes ariscos entre sí pero con una evidente falta de cariño que demuestran siendo hostiles con quienes menos falta hace. En realidad no son malas personas sino un hombre cansado de todo y un chico perdido sin un rumbo fijo ni una persona de referencia en la que fijarse, porque tampoco su familia, que no lo va a buscar para pasar esos días con ellos, es la más ejemplar de Massachusetts. Y los dos se enfrentan innecesariamente. Y a los dos la cocinera Mary los pondrá cara a cara para que intenten comprenderse. Todo con un tono de bondad evidente, con ironía pero sin perder nunca la humanidad que, en el fondo, rebosa en sus dos protagonistas.

A pesar de todo, Los que se quedan no es la mejor película de Alexander Payne. Su mayor lastre son las casi dos horas y media que dura, demasiado para lo que cuenta, pero también la sensación de que hay momentos de relleno que no aportan nada y sólo contribuyen a alargar un metraje que no lo necesita. Y es que el humor se concentra en los momentos de Paul como profesor cuando están todos sus alumnos en clase, evidenciando lo mediocres que son para él. Al quedarse solos pupilo y maestro, la cinta se transforma en un torrente melodramático que justifica la historia pero que cambia su tono de ironía inicial que tan bien le sentaba. Asistiremos entonces a un descubrimiento personal fundamental que supondrá un antes y un después para los dos, y también un broche para una cinta que ya se estrena con aura de clásico.

Pero esto no la convierte en la mejor película de su director. Aún así es magnífica y está repleta de grandes momentos, sobre todo aquellos en los que aparece Da´Vine Joy Randolph, esa cocinera entrañable, personaje pegamento entre los dos hombres y peso pesado, imprescindible, en una institución en la que sin ella no habría qué comer ni cómo solucionar los problemas más básicos de las relaciones humanas. En efecto, en lo más recóndito del instituto, en ese lugar en el que nadie mira pero de donde llega el sustento nutricional diario, una mujer negra y gorda va a descubrirse como el pilar para afrontar algunos de los días más difíciles de dos personas que, aparentemente, lo tienen todo. Y lo hace, ella, con simpatía, generosidad, elegancia, saber estar, saber pensar… y una dosis de humor y amor descomunales. Menudo personaje más delicioso el de Mary Lamb y qué bien la interpreta Da´Vine. No llega a eclipsar a Paul Giamatti pero qué manera la suya de quedarse en la retina del espectador.

Giamatti ya trabajó con Alexander Payne en Entre copas (2004), hace ya veinte años, y ahora repite como gran protagonista de Los que se quedan interpretando a un profesor cascarrabias de vuelta de todo pero preocupado por un alumno que más allá de lo que se le puede descarrilar en estas vacaciones juntos es evidente que necesita algo más que que le den gritos. No, esa no es la mejor forma de convencer a nadie para que estudie. O para que lea. O para nada.

Forman un buen tándem Payne y Giamatti. Es una delicia ver lo que son capaces de hacer juntos. Te quedas encandilado con ese profesor desesperado ante unos alumnos imposibles de hacer entrar en razón, en general, y con uno tan problemático en particular. Sus intentos de ser comprensivo le quedan grandes pero querer ayudar es una de sus características, y esa dicotomía resulta maravillosa. Se trata, si puede resumirse de un plumazo la filmografía de un gran actor como él, de uno de los mejores trabajos de su carrera. Y de uno de los más inolvidables. Porque su Paul Hunham ya es un icono y él ha contribuido a que lo sea.

Los que se quedan es una de esas películas de actores y de guión como base. Podría haber sido una obra de teatro perfectamente. De visionado fácil, aunque de escritura compleja -no es sencillo escribir comedia ni que luego, una vez trasladada a la pantalla funcione como tal, pero Alexander Payne logra que los momentos cómicos lo sean y que los dramáticos también tengan su importancia- tiene como principal escollo la conjunción de ambos. Al ser tan dispares no acaban de encajar como un todo equilibrado, y el resultado es una película amable y deliciosa pero no la obra maestra que muchos ven en ella. No es Nebraska ni Los descendientes, películas mucho más redondas, pero no es tampoco desdeñable, y como cinta navideña resulta una magnífica elección precisamente en las mismas fechas en que también estamos en el momento de su estreno.

Silvia García Jerez

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