DEEP WATER: El thriller que hace aguas

Deep Water es la última película de Adrian Lyne. Hoy eso tal vez no signifique nada, pero tanto en los 80 como en los 90 ese nombre implicaba era puro fuego para la taquilla. Su filmografía no es muy extensa pero fue un director que revolucionó el erotismo en el cine comercial estrenando 9 semanas y media y convirtiendo a Kim Basinger en un icono sexual. Y a Mickey Rourke en otro, pero entonces no importaba tanto lo que las mujeres desearan y el foco mediático se lo llevaba ella.

Adrian Lyne y el cine erótico eran sinónimos. Atracción fatal fue otro hito. El mundo cinéfilo aún se lamenta de que Glenn Close no ganara el Oscar por su trabajo en la película. Y más adelante llegaría Una proposición indecente, en la que un multimillonario madurito le proponía a un matrimonio jovencito, interpretado por Demi Moore y Woody Harrelson, un millón de dólares por pasar la noche con ella. Corría el año 1993 cuando la película se estrenó y no solo arrasó en taquilla, también provocó un debate en la sociedad sobre la ética de semejante propuesta, más aún cuando quien la llevaba a cabo era el personaje de Robert Redford. Entonces pocos discutían que con él no habría negativa.

Hace 20 años que Adrian Lyne no estrena ninguna película. La última fue la olvidable Infiel, con Richard Gere y Diane Lane, en la que ella tiene una aventura con el personaje al que da vida Olivier Martínez. La decepción de entonces, el atestiguar que Lyne ya no era el que fue, sigue estando vigente hoy, cuando su nuevo trabajo ni siquiera se estrena en salas. Se trata de una producción de Hulu y en España solo se verá en Amazon Prime Video.

Ana de Armas es la protagonista femenina de la película Deep Water
Ana de Armas es la protagonista femenina de la película

Deep Water está basada en la novela de Patricia Highsmith, cuya adaptación firman Zach Helm y Sam Levinson, y cuenta la historia de un matrimonio formado por Melinda (Ana de Armas) y Vic (Ben Affleck), en el que la unión no es por amor y tienen permitido acostarse con quien quieran, a pesar de que tienen una hija en común, Trixie (Grace Jenkins) y comparten una casa enorme.

El problema llega cuando la regla no escrita de tener las relaciones que cada uno quiera dentro de ese matrimonio abierto, Melinda se la toma a rajatabla, saliendo con uno y con otro, chocando con los deseos de su marido, un hombre posesivo que está verdaderamente enamorado de ella y que no quiere verla con nadie más. Cuando los chicos con los que sale Melinda empiezan a desaparecer, él será el primer sospechoso de algunas personas de su localidad, no solo de la propia Melinda, a la que la actitud de su marido cada vez le gusta menos.

Deep Water, que se podría traducir como Aguas profundas, es otra decepción añadida a la lista de las que últimamente ha rodado Adrian Lyne. Ni siquiera su nivel de erotismo es el que era. En los 80 nuestro acceso al erotismo era muy limitado y casi cualquier escena erótica que se proyectara en un cine creaba una corriente de aceptación que daba que hablar durante meses.

Eran otros tiempos, en los que no se estrenaban 10 películas a la semana, en los que no había plataformas con películas y series compitiendo con las salas y un montón de páginas web en las que ver todo el material erótico y pornográfico que uno desee. Ahora tienes que tener un nivel de erotismo enorme en tu película para llamar la atención y llenar las salas, y es precisamente ahora cuando el puritanismo se ha instalado en la pantalla grande. El único que se ha acercado a lo que conocimos en los 80 es Paul Verhoeven con la estupenda Benedetta, y ni aún así ha funcionado en taquilla.

Pero Deep Water no solo es frustrante por no alcanzar el nivel al que Adrian Lyne solía llegar. Es que también decepciona en el contenido al presentarnos una historia sin mucho sentido, al menos en sus manos, y a una pareja sin ninguna química, por mucho que lo fueran también en la vida real a raíz del rodaje. Nada de esto ayuda a que la película resulte mínimamente interesante. Uno no se cree nada de lo que pasa en ella, todo lo cuenta sin tensión, con un aura de misterio pero sin que éste llegue a materializar el suspense que pretende conseguir. Todo es previsible, salvo el final, que le aporta un punto a su favor, pero para entonces el conjunto ha flaqueado tanto que apenas puede remontar.

Es una lástima que Deep Water no sea lo que esperábamos. Tal vez la atención que genera la película esté hoy en ver juntos a Ben Affleck y a Ana de Armas tras su romance, que ya quedó atrás, pero entonces era un hecho y fue muy mediático, con las redes sociales haciendo virales sus fotos, sobre todo la de la ruptura. Pero hubo un tiempo en que Adrian Lyne habría acaparado los titulares a la hora de estrenar su nuevo trabajo, incluso en plataforma. Y ya no es así. Ni siquiera viendo esta película puede un espectador que no conozca su cine hacerse a la idea de la época de erotismo que marcó el director. Porque apenas hay erotismo en ella. Un par de desnudos de Ana de Armas, que chirrían en un momento en el que el Me Too ha generado más respeto hacia la mujer como objeto a fotografiar, son prácticamente todo lo que el espectador va a encontrar respecto a la subida de tono de la película. No hay nada más.

Pero insisto: aquí lo importante es el thriller, y de eso también Deep Water está escaso, de lo que se deduce, si me permiten, que la película hace aguas por todos lados.

Silvia García Jerez

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