ALGUIEN TIENE QUE MORIR: Suspense in crescendo
Que una serie se titule Alguien tiene que morir, en estos tiempos en los que cualquier atisbo de spoiler es susceptible de, como poco, ir perdiendo amigos, es bastante arriesgado, pero vamos a mirarlo desde este punto de vista: en ella, si finalmente se cumple que alguien tenga que morir, al menos no se especifica quién es, lo cual deja un resquicio importante a que podamos resolverlo mientras la vemos.
Ahora, dejando el sarcasmo a un lado, centrémonos en que Alguien tiene que morir es la nueva producción de Manolo Caro, responsable de la exitosa La casa de las flores, serie que revolucionó Netflix en el momento de su estreno, y ahora vuelve a la famosa plataforma para ofrecernos otra narración en formato serie, aunque en este caso sea miniserie, en la que también México, país del que es nativo Caro, tiene una importancia capital.
Y es que Alguien tiene que morir arranca cuando, allá por los años 50, en plena España represora, Gabino (Alejandro Speitzer), hijo de una familia de buena posición dentro del régimen imperante en la época, vuelve de México con la intención de conocer a su prometida, la hija, también de buena posición, con la que está previsto que se case.
El problema llega cuando Gabino aparece en su casa con un amigo, un talentoso bailarín cuya relación con él se pondrá en duda, y de paso, también el buen nombre de la familia, cuya situación comienza a peligrar cuando el rumor de que su amistad sea algo más que eso se convierta en un secreto a voces que se expanda por los rincones de las altas esferas en las que ambas familias, la de Gabino y la de Cayetana (Ester Expósito), se mueven.

Alguien tiene que morir, la nueva serie de Manolo Caro para Netflix es, precisamente porque aterriza en la plataforma más conocida para la gran mayoría del público, sobre todo joven, una propuesta de lo más admirable, más que nada para que esos espectadores que no conocen, por edad, la historia de nuestro país, se acerquen a ella aunque sea de manera sutil.
Sutil porque no nos cuenta la Historia, sino una historia, pero al centrarla en los años 50, y en el mundo de la administración del régimen, podemos vislumbrar cómo funcionaba para la élite y para quienes no estuvieron en el bando ganador de la guerra civil.
Pero en lugar de hacer de esta historia un drama, por mucho que empiece con ese tono, la miniserie, a lo largo de sus tres episodios, va girando hacia el suspense porque la situación que se va viviendo en esas casas es cada vez más opresiva, por lo que comenzamos a pensar, nosotros también, que ‘Alguien va a tener que morir’ aquí.

Alguien tiene que morir supone el regreso al medio audiovisual de Carmen Maura a las grandes producciones después de unos años en los que su nombre no se ha prodigado demasiado en ellos, sobre todo en el cine, donde la vimos en la muy olvidable Gente que viene y bah, y en poco más tan reseñable como los grandes títulos que la han convertido en una leyenda.
Carmen es secundaria aquí, al menos en los dos capítulos que hemos podido ver, pero lo cierto es que con la interpretación que nos ofrece de la señora Amparo, la abuela de Gabino, recuperamos su genio como profesional. Genio en el sentido de la gran artista que siempre ha sido. Carmen aparece en escena y nuestros ojos se nos van hacia ella, porque solo con su forma de moverse ya nos tiene ganados. Es maravilloso volver a disfrutar de su talento, aunque su personaje no se haga querer, precisamente.
A ella la acompaña Ernesto Alterio, actor hacia el que se acaban los calificativos positivos porque poco a poco se está consolidando como un actor imprescindible y prodigioso. Acabamos de verlo en Orígenes secretos, también en Netflix, y en Alguien tiene que morir, al igual que le sucede a Carmen Maura, Ernesto interpreta un personaje con tendencia a no caer bien, pero su Gregorio es fiel reflejo de tantos funcionarios del régimen, por lo que su cometido como intérprete no se aparta de aquello que debe transmitir.
También vamos a encontrar en el reparto a Ester Expósito, a la que encumbró otra serie de la plataforma, Élite, pero que en cine ya ha demostrado que es capaz hasta de plantarle cara al mismísimo José Coronado, en la soberbia Tu hijo. Ester es una estrella mediática, con miles de seguidores en Instagram y legión de fans gracias a esa serie para el público juvenil, así que es de imaginar que acudirá también a este nuevo trabajo de la actriz.
La miniserie, por lo tanto, tiene un interés más allá de su historia, como ya he dicho, porque ha sido la de España, y no tan lejana. Por supuesto, la dirección artística, el vestuario, el maquillaje y la peluquería, entre otros aspectos técnicos, nos devuelven a esa época, medio siglo atrás, con una perfección milimétrica, por lo que la inmersión en ella se hace rápidamente y nada rechina para seguir este drama familiar sin distracciones.
Alguien tiene que morir se convierte en un título a descubrir porque vamos a situarnos en un momento de nuestra historia que los jóvenes no vivieron pero que no por ello deben desconocer. Y qué mejor medio que a través de una miniserie de Netflix, plataforma de referencia para la mayoría de ellos. Y siendo una serie de 3 episodios el maratón se hace solo.
Silvia García Jerez