AVE CÉSAR, los COEN brillan de nuevo en la comedia
Los que van a rodar te saludan
Trabajar en los estudios de Hollywood allá por los años ’50 implicaba arriesgar tu vida con inacabables jornadas laborales y ponerla literalmente en manos de productores, directores, periodistas y mediadores. Aquellos personajes que pasara lo que pasara -un embarazo no deseado, una homosexualidad mal vista, cierto tufillo a rojo comunista…-, solucionaban el asunto entre toma y toma, consiguiendo lo impensable; manipulando asuntos legales y amañando voluntades en pro de las buenas costumbres, mientras el glamour de las estrellas quedaba impune aún con los usos y abusos de las fiestas de entonces, que escandalizan y seducían al público y al propio Star System.
Todo era un gran mecano muy bien montado; una empresa grande con espíritu familiar de control y derecho de explotación. Así eran esos grandes estudios que forjaron modelos de trabajo y estrellato en su época dorada; en tiempos de películas acuáticas y musicales, en tiempos de trabajar por y para el Estudio ya fueras carpintero, sonidista, cámara, extra o intérprete principal.
Pero no es oro todo lo que reluce…
De todo esto -y más- trata Ave César, durante el rodaje de una superproducción de romanos con el subtítulo de algo de La historia del Nazareno -ya que poder hacer cine también es cuestión de fe-, cuando uno de los actores -el más famoso del reparto- es secuestrado.
Y lo cuentan Ethan y Joel Coen en su nueva comedia, mística y burlona.
Un inteligente divertimento. Una deliciosa parodia-homenaje al cine y su meca. Una bofetada al sistema y un acto de amor como sólo estos dos hermanos saben hacer (tanto monta, monta tanto) y rodeándose además de lo mejorcito de las estrellas del Hollywood de ahora -qué listos-.
Todos están geniales y obviamente olvidaré alguno (por aquello de no extenderme en caracteres y la popularidad que posee cada carácter) porque son tantos que hasta parecen cameos (Dolph Lindgren) e irreconocibles de antaño (Christopher Lambert)
Y vemos a George Clooney dando vida a la gran estrella del film (abducido de la producción más grande jamás filmada) que termina algo iluminado al descubrir el quid de la cuestión; Josh Bronin como el facilitador que mantiene la fabrica de sueños funcionando, trabajador obsesionada con el reloj y devoto cristiano que se confiesa a diario por su vicio al tabaco (que no por ocultar los de sus starlets o pin ups bajo contrato); la estrella femenina, dulce en pantalla y rebelde de noche (Scarlett Johansson); el gay (Channing Tatum) y el director de actores (Ralph Fiennes), intentando explicar la intención del personaje a un cowboy metido a acróbata del western (Alden Ehrenreich) y nuevo galán (el tonto mas listo del film aún con sus problemas de dicción y su extraordinaria dentadura postiza pagada por el estudio). Delirante.
Hasta los más secundarios de este film tan coral brillan en sus breves apariciones; como la fugaz y certera de Jonah Hill, la paródica de Frances McDormand y la del juego de equivocaciones con las gemelas periodistas de Tilda Swinton en el doble personaje. Puro divertimento.
Y aunque no vemos a Esther Williams ni a Gene Kelly, Fran Sinatra o Montgomery Glift, pululan en esencia en tres soberbios números musicales; el de las coreografías caleidoscópicas con planos cenitales y big band incluida, el de la taberna con los marineros del número de claqué al milímetro y el del vaquero cantando a la luna.
Reconociendo clásicos y ciertos ecos de la propia filmografía Coheniana, como la estupenda Barton Fink, tiene este Ave César momentos verdaderamente hilarantes, siendo sarcásticos y tiernos con la industria y el sistema, que tanto monta, monta tanto.
De siempre, estos hermanos han adorado el cine al que han llegado desde la independencia y asimismo hasta los grandes estudios, ganando Óscars ya sea en cine negro, drama o fábula; y aunque me gustan todos sus filmes, soy más de Sangre fácil y Muerte entre las flores, porque lo de El gran Lebowski y Fargo (también la serie), daría para otro blog.
Después de la melancólica Inside Llewyn Davis, llegan los Coen que más gustan, los de coña y risas.
Y este Ave César está a la altura de Quemar después de leer; si además gusta de pelis vintage del Hollywood Babylonia, disfrutará más.
Cinematé Curiosité:
Si esos estudios, impensables hoy en día, que modelaron moralidades y vicios heredados hasta nuestros días, van a prohibir fumar en pantalla, ¿qué hubiera sido de Bogart sin su pitillo en cada plano…?
Mariló C. Calvo